Santa Matilde, reina consorte de cruz y humildad

Redacción Religión

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El Señor nos da ejemplo de humildad y siempre pide que seamos sencillos como palomas. Hoy celebramos a Santa Matilde, cuya vida fue siempre naturalidad y sencillez desde su Fe. Así lo mostró en su vida cotidiana y así se lo notaron sus súbditos y cortesanos. Hija de Teodorico, conde de sajón, nace en Westfalia en torno al año 890. Educada en Herford, sus padres le casan con el conde de Sajonia, llamado Enrique el Pajarero.

Cuando muere el rey Conrado, Enrique le sucede como monarca regente de aquellas tierras. Matilde, entonces, deja la impronta de una reina que se mortifica y profundiza en la oración. Todos ven cómo la vida palaciega no le aparta de la Fe en Cristo, algo que cuenta con el apoyo total de su marido. Cuando enviuda, reparte todas sus joyas entre los pobres, y asiste con tristeza a la lucha que mantienen por el poder sus hijos Otón y Enrique

Pero la Cruz no se quedó ahí, porque ellos mismos no entendieron la aptitud de la madre, acusándole también de dilapidar los bienes del Estado. Con el tiempo será restablecida su honestidad ante los cortesanos, ocasión en la que vuelve a despojarse de toda la herencia que le había correspondido. Es también su época de fundar multitud de Monasterios como es el caso de Polden, en Brunswhich.

En esos lugares albergará nada menos que trescientos monjes. Otro convento que, también fundó fue el de Quedlimburgo, en Sajonia. Éste fue de gran hondura para ella. De hecho, allí muere, trasladando también los restos de su querido esposo, Enrique, a ese lugar. Santa Matilde siempre estuvo caracterizada por la humildad que tuvo. Buena prueba de ello es el reconocimiento público de todos sus fallos y defectos ante todos los que le rodearon.

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