SANTORAL

Beato Gonzalo de Amarante

Comentado por Jesús Luis Sacristán

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Venida del Salvador siempre es contemplación y dulzura. En este penúltimo día del Tiempo de Navidad, recordamos a San Gonzalo. De origen portugués, su humildad hace que se fije en él, el Arzobispo de Braga, formándole personalmente en su camino hacia el sacerdocio. 

Su espíritu de santidad y sus dotes de gobierno siempre le acompañan, motivo por el cual le encomiendan la Abadía de San Pelayo. Allí mostrará un celo por las almas, invitando a la penitencia, camino que él llevará por delante de las almas que tiene a su cuidado, y que siempre será una de sus constantes. 

Tampoco descuidará a los mendigos que se acercan a pedir al Convento. Dentro de este camino de santidad, en su mente surge la idea que se convertirá en un deseo: visitar la Tierra de Cristo. Por ello dejará a su sobrino al cuidado del Monasterio, marchando a los Santos Lugares.

De allí regresará fortalecido, lo que le preparará a la prueba que tiene. Y es que el sobrino ha caído en la relajación, tratando de rechazar la presencia, incluso de su tío, en un ambiente donde todo ha tomado un ritmo controvertido. 

Retirado a vivir como anacoreta, también predica el Evangelio en los alrededores de Tamaca, hasta que ingresa en los Dominicos de Vimaro. Tras un tiempo allí obtiene permiso para retornar al Oratorio de Amarante, donde se dedicará a la oración y la penitencia. Puesto en las manos de la Virgen, muere el año 1260.

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