Madrid - Publicado el
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La Maternidad de la Virgen siempre ha sido una realidad. Hoy recordamos a Nuestra Señora, la Virgen de Lourdes, con un carisma de preocupación por aquellos que sufren cualquier tipo de enfermedad.
Fue el 11 de febrero del año 1858, cuando la Reina del Cielo se apareció en un pequeño pueblecito francés –Lourdes- a una niña llamada Bernardette Subirous, que con el tiempo alcanzó la Santidad. La propia joven, escribió más tarde en una carta cómo un día iba con otras dos niñas a recoger leña a la orilla del río Gave.
Entonces oyó un ruido y al volver la mirada vio a una Señora vestida de blanco, con un cinturón azul celeste, y dos rosas amarillas encima de cada uno de los pies. Después de hacer la señal de la Cruz, ella empezó a rezar el Rosario, mientras la Virgen desgranaba las cuentas, desapareciendo después.
Tras varias apariciones, pidió a Bernardette que le construyeran allí una Capilla, surgiendo también un manantial cuando excavó la niña por orden de la Señora. Varias veces le preguntó quién era, hasta que un día le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Desde entonces Lourdes se ha convertido en uno de los centros marianos más importantes de peregrinación donde acuden muchos enfermos que, sanan de sus dolencias.
Precisamente en 2025 se cumplen 167 años de estas apariciones, donde el Señor, por mediación de su Madre, quiere poner de relieve su cercanía a los más enfermos y necesitados. Coincidiendo con esta festividad se celebra también la Jornada Mundial del Enfermo.