Madrid - Publicado el
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La sencillez de los Santos hace que muchas veces no sean notados. Pero lo importante es que lo vea el Padre del Cielo. Hoy conmemoramos al Confesor San Alonso Rodríguez. Con muchas dificultades salió adelante en la tarea que le encomendó el Señor. Nacido en Segovia en el año 1533, es hijo de Don Diego Rodríguez y Doña María Gómez, dedicados al comercio de paños.
Tanto la infancia como la juventud estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. Pronto morirá su padre y él, en un intento de sacar adelante la familia, hereda su negocio, en el que verá que esa no es su verdadera vocación. Casado con María Juárez, de este matrimonio nacen dos hijos, pero los tres morirán sucesivamente, quedándose él solo.
Cuando todo se presenta como una crisis en su vida, tras una Confesión general, decide ingresar en la Compañía de Jesús en la Casa de Valencia, pero su edad avanzada y la escasa preparación intelectual, suponen dos grandes dificultades. A esto se une una precaria salud que le lleva a dedicarse al comercio, hasta que, por fin es admitido como lego.
Será en el Colegio jesuita Monte Sión en la Isla de Mallorca. Su vida ejemplar y santa le hace un referente para todos los hermanos que se encuentran en los Conventos de los Jesuitas. Su amor y obediencia por amor a Dios son las principales virtudes que le adornan en su vida cotidiana. En su vida tomará contacto con multitud de novicios y maestros espirituales de la Orden.
Es el caso de San Pedro Claver. También destaca su sencillez y espiritualidad en sus escritos, hasta que muere tras casi cuatro décadas como portero del Convento. San Alonso Rodríguez marchaba a las Moradas Eternas en el año 1617, en Mallorca.