Publicado el
1 min lectura
Existen Congregaciones antiquísimas que han dejado entre sus filas grandes santos que han investigado a Dios para llevarle a las aulas. Hoy hacemos memoria de un Santo de origen español: Santo Tomás de Villanueva. A pesar de vivir sus padres en Villanueva de los Infantes, su lugar de nacimiento se sitúa en Fuenllana, Provincia de Ciudad Real, el año 1486.
El hogar familiar era de gente trabajadora, que regentaban un molino y de esos vivían para sacar adelante la casa. Él siempre tuvo ese gran intelecto para descubrir a Dios según las tesis de San Agustín y su reflexión filosófica y teológica. Pasa por las aulas de la Universidad de Alcalá, donde destacará por su vasta competencia de ciencias sagradas y humanas, llegando a ser un maestro insigne.
Pero en su trayectoria hubo otros grandes servicios reconocidos como los que desempeñó en la Orden de los Agustinos. A ella perteneció siguiendo la normativa que habían marcado el Santo obispo de Hipona – San Agustín-. A su paso por la Universidad de Salamanca, profundiza y completa estudios sobre Santo Tomás de Aquino y su trayectoria filosófica y teológica.
Allí también imparte clases y los alumnos quieren escucharle por la sencillez de sus discursos y su pedagogía al dar las lecciones. Al quedarse vacante la Sede Episcopal de Valencia, es nombrado Arzobispo de aquella Diócesis.
El Espíritu de Dios le concedió el don de la sabiduría y la prudencia para regir a sus diocesanos con caridad y celo por las almas, siempre imbuido en la pobreza evangélica. Estas fueron las constantes que le acompañaron hasta septiembre del año 1555 en que muere Santo Tomás de Villanueva, siendo canonizado en 1568.