San Alfonso María de Ligorio, catequista del pueblo
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La pedagogía y la catequesis han acompañado siempre a los grandes Santos para enseñar al pueblo cristiano los Misterio de la Fe. Si ayer celebrábamos a San Ignacio de Loyola, un pedagogo de la Fe, hoy celebramos a San Alfonso María de Ligorio, también evangelizador desde la sencillez de la predicación. Nacido en Nápoles en el año 1696, su nombre etimológicamente significa “listo para el combate”.
Fue el primogénito de siete hermanos. Siguió el camino de las letras, doctorándose en Derecho y ejerciendo el oficio de abogado. Pero siempre tuvo un buen Director Espiritual que le ayudó a amar profundamente a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Cuando su padre le intenta encauzar por el mundo de la nobleza y el matrimonio, él se va deshaciendo de todo esto hasta lograr entregarse de lleno al Señor.
Durante su visita a un hospital, siente la llamada del Cielo a un servicio desde la consagración al Señor y a la Virgen. A la edad de 30 años, se ordena sacerdote. Sus dotes de predicación sencilla le llevan a tocar el corazón de muchos incluido el de su propio padre. Poco después se le juntan varios sacerdotes. Así surge la Congregación del Divino Redentor, también conocidos como los Redentoristas. Desde este carisma se dedicó a evangelizar con sencillez a las gentes.
Nombrado Obispo de Santa Águeda, rechazó en un principio el designio, pero al final, viendo la voluntad de Dios en ello, se puso en sus manos para desempeñar el Ministerio Episcopal, predicando las misiones entre sus diocesanos. Esta iniciativa era como un repaso a través del diálogo y la explicación inteligible de lo que Dios dijo e hizo para salvarnos a los hombres. San Alfonso María de Ligorio muere en el año 1787.