San Pedro Poveda, fundador del Instituto Teresiano y mártir

La Multiplicación de los panes y de los peces es uno de los Milagros del Señor más vinculados a la Eucaristía. A pesar de todo, la multitud se queda en el favor que les ha hecho y por eso le quieren proclamar rey porque lo ha hecho según ellos querían. Sin embargo, Él se va a la montaña para evitar una alabanza meramente humana. Y hoy, XVII Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos a San Pedro Poveda, sacerdote español.

Nacido en Linares (Jaén) en 1874, fue ordenado sacerdote en Guadix a la edad de 23 años. Dentro de esta misma ciudad comenzará su apostolado, centrado en la tarea de difundir el Evangelio a través del ámbito educativo a las zonas marginales, situadas en las cuevas que bordean la ciudad. Allí también será calumniado por la gente influyente. En plena juventud, marcha a Covadonga, donde se ejercitará en la oración, algo que compaginará con el análisis de la realidad que afecta a su tiempo.

Ante los retos y dificultades planteados a comienzos del nuevo siglo, su apuesta por aunar esfuerzos es una constante, mostrando caminos para lograrlo. En 1911 funda la Institución Teresiana, como fruto de su reflexión en bien de llevar el Evangelio de Cristo a todos los hombres. Por este motivo, impulsa diversos grupos de ducadores cristianos que sean fermento en la sociedad. Impactado por la vida de Santa Teresa de Jesús, él quiere dar la impronta de la Santa Abulense en su fundación.

Eso sí, viviendo como laicos entregados en una humanidad que necesita la Buena Semilla. Por entonces se recrudece la persecución religiosa en España. Pero él sigue con su ministerio sacerdotal y apostolado, hasta que es interceptado y arrestado. Muere mártir en 1936, dando testimonio con su martirio al declarar “Soy sacerdote de Cristo”. Beatificado en el año 1993 por San Juan Pablo II, este mismo Papa canonizó a San Pedro Poveda durante su última visita a España en el año 2004.