SANTORAL 10 OCT
Santo Tomás de Villanueva, Arzobispo de Valencia: confesor de reyes y del pueblo
Tomás sirve como confesor del rey Carlos I. También, en Valencia, se implica por la formación humana y espiritual del clero y el pueblo.
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Hoy hacemos memoria de Santo Tomás de Villanueva. Su profundidad intelectual y su vida espiritual le marcan como obispo en Valencia. Nace en Fuenliana, en Ciudad Real, en el año 1486. Tenía deseo de estudiar y, además, madera para hacerlo. Sus pasos le llevan a una Universidad tan prestigiosa como Alcalá de Henares. Allí estudia Teología y, no contento con eso, también se adentra en la rama de Historia del Arte. Sin embargo, su vocación iba por otros derroteros.
Dios no le pedía ser un sacerdote secular, sino religioso. Había que mirar el designio de la Providencia, y descubre que su sitio está en la Orden de los Agustinos. Allí se nota que estaba hecho para ello, porque fue superior, provincial y visitador en aquellos conventos de la Orden que tuviesen problemas. Carlos I oyó hablar de él y pidió que le llevasen a su presencia para que fuese su predicador y confesor. El rey nunca se arrepintió de cuanto había pensado de Santo Tomás porque era mejor de lo que le habían dicho.
En su destino llega a Valencia como Arzobispo. La ciudad era muy boyante en lo económico. Era una urbe muy bien posicionada. Pero todo era hojarasca a los ojos de Tomás, porque el nivel cultural, religioso y social dejaba que desear. No era la culpa del pueblo llano solamente. También el clero estaba mal formado. Entonces, lo primero que había que hacer era mostrar la unidad entre los dos pastores. Y la había de forma perfecta entre él y su obispo auxiliar, Juan Segriá. Esto da sus frutos, porque el clero se siente querido y acompañado. Esto repercute en un pueblo cada vez más más fiel a Dios por el ejemplo de todos los religiosos. Muere en 1586 y deja perfectamente organizada Valencia en el plano jurídico, espiritual y humano. Todos dan por hecho que el obispo que les ha apacentado es un Santo.