Religiosas y luchadoras: han salido adelante a pesar de los retos a los que se han enfrentado

Las hermanas del convento Madre de Dios de Sevilla comienzan a respirar tranquilas porque por fin ven luz al final del túnel después de siete años cerrada al público

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El programa ‘Ecclesia’ de TRECE (domingo a partir de las 13:00 h.), ha visitado el convento de Madre de Dios en Sevilla. Sor Adela y Sor Patricia son dos de las religiosas que viven allí, no exentas de dificultades.

Apenas son once hermanas las que habitan el convento de Madre de Dios de la Piedad, de Sevilla. En tan solo unos años se han enfrentado a varios retos, primero durante la pandemia, al pararse su método de sustento, la venta de productos artesanales; y después, las aparatosas obras de su convento. Hace siete años que tuvieron que cerrar. El arco de la iglesia comenzó a derrumbarse: “Estaba fatal la mampostería. Lo que nos daba miedo era la altura. Teníamos miedo de que pudiera caer encima de alguien”. Así lo explica Sor Adela a Laura Cascajosa.

En aquel momento, los arquitectos detectaron graves problemas estructurales, que requerían una importante suma de dinero para reestructurarlo todo. Las hermanas no podían enfrentarse a los gastos de las obras, pero contaron con la ayuda de la Providencia. “Un día me llama una mujer y me pregunta: Sor Adela, ¿cómo está la iglesia?... Tras explicarle la situación me dijo que ella y su familia nos donaban 500.000 euros”.

Después de una obra de gran envergadura y años, que ha obligado a levantar todo el techo, el problema se ha solucionado. Pero por desgracia, parte del gran patrimonio cultural de la iglesia no se ha podido recuperar. Las religiosas de la Madre de Dios han perdido pinturas, retablos, elementos arquitectónicos. “Todo esto ha quedado para cuando Dios quiera”. Es la esperanza de Sor Adela.

La mayor parte de los ingresos de las hermanas proceden de las visitas a la iglesia y el haber estado cerrado durante tanto tiempo ha hecho muy difícil su día a día. Además, la venta de dulces también se ha visto perjudicada. Nos lo cuenta la propia hermana: “Somos once y dos que cobramos pagas. El convento, aunque no es muy grande también requiere de muchos gastos y reparaciones, así que no es fácil”. Pero cuentan con una gran ayuda. Se han visto desbordadas por el cariño de los feligreses y de muchos otros sevillanos que no han dejado de visitarlas para aportar su granito de arena.

Con la ayuda de Dios y el apoyo de muchas personas, el próximo otoño los fieles podrán volver a disfrutar de la iglesia que alberga el convento de la Madre de Dios. Las hermanas ya respiran aliviadas porque poco a poco vuelven a la normalidad.

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