"Álvaro García Ortiz actuó como un político al servicio de Sánchez y contra Ayuso"

Antonio Jiménez, director de 'El Cascabel', opina sobre la decisión del fiscal general del Estado de "atrincherarse" en el cargo después de haber sido imputado por el Tribunal Supremo

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“¿De verdad puede ser delito en nuestro país contar la verdad? ¿Desmentir un bulo propagado por un delincuente confeso por su pareja y por su entorno político?”, se pregunta el ministro de Justicia, Félix Bolaños. Por su parte, Cuca Gamarra afirma que el caso Álvaro García Ortiz se trata de “la absoluta degradación de nuestras instituciones. No puede seguir el fiscal general del estado contaminando todo lo que hace la fiscalía en nuestro país”. Ya han escuchado, a favor y en contra. Defensa del Gobierno y petición de dimisión. Se trata del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, imputado por un delito de revelación de secretos, filtró información relativa a la negociación entre la fiscalía y el abogado del novio Isabel Díaz Ayuso. Entiende el Supremo que perjudicó el derecho de defensa y la presunción de inocencia de este último, Alberto González Amador.

El Tribunal Supremo, de forma unánime, ha imputado al fiscal general del Estado porque aprecia indicios de delito en su actuación. Álvaro García Ortiz, es fácil deducirlo, tras esa imputación, no actuó profesionalmente en este caso, sino como un político al servicio de Sánchez y contra su adversaria, la presidenta de la Comunidad de Madrid.

La respuesta de García Ortiz a su imputación, convirtiéndose en el primer fiscal general del Estado investigado por el Supremo en la historia de España, ha sido la de atrincherarse. Se ha encastillado en la Fiscalía con el apoyo del gobierno de esa defensa que escuchaban de Bolaños, a pesar de las voces de la carrera fiscal, pidiéndole que dimita por el deterioro y desprestigio al que está conduciendo a la institución. Don Álvaro se niega a dimitir afirmando que su continuidad en el cargo es lo menos gravoso y más prudente para la institución en el convencimiento de que esta decisión refuerza la independencia de la fiscalía española. Pero claro, independencia y Fiscalía General del Estado en estos momentos es una pura contradicción, desde que Álvaro García Ortiz fue nombrado en el cargo convirtiéndose en abogado defensor de las causas políticas de Sánchez y del Gobierno, actuando siempre al dictado y servicio de los intereses de Sánchez y de sus socios, y naturalmente contra sus adversarios políticos, o sea, la oposición.

La Junta de Fiscales de Sala y el Consejo Fiscal que mañana se reúnen, convocados precisamente por García Ortiz para exponerles su decisión de no dimitir, mañana tienen la oportunidad de devolverle a la institución la dignidad y profesionalidad dilapidadas por su jefe, exigiéndole que se vaya de una vez por todas a su casa, que deje el cargo. Desde que Sánchez llegó a la Moncloa, no hay institución del Estado, que no haya asaltado, que no haya controlado con la consiguiente degradación, desconfianza y desprestigio y descrédito de la misma.

En fin, la imputación del fiscal general del estado por el Supremo, coincide además con los escándalos de corrupción que acosan a Sánchez, que cercan al presidente del Gobierno y afectan a su entorno familiar y a su partido. Con Ábalos ya desde hoy, su brazo derecho en el PSOE y en el Gobierno, casi con los dos pies en el Tribunal Supremo también, para ser investigado por organización criminal, tráfico de influencias y cohecho. Precisamente la sesión de control al Gobierno de hoy Feijóo afirmaba que “las instituciones del estado no pueden estar al servicio de su defensa judicial. Son de los españoles”. A lo que Sánchez respondía: “¿Somos iguales ante la ley?, por supuesto, ¿pero iguales ante los casos de corrupción?, en absoluto. Este gobierno ha hecho tres cosas. La primera, actuar con contundencia. En segundo lugar, colaborar con la Justicia. Y finalmente, señoría, gobernar”. El líder del PP puntualizaba: “Colaborar con la Justicia es ponerle dos querellas al juez que la investiga. Todos los caminos conducen a usted. Las mordidas, las paradas técnicas de Delcy, los lingotes de oro, las bolsas de Ferraz, todo. Usted llegó como Dalí contra la corrupción y ha acabado con nombre en clave en la trama corrupta, ‘el uno’”. Sánchez, sentenciaba con un “tápense, tápense un poco, tápense un poco, porque de la A de Ayuso a la Z de Zaplana tienen un caso de corrupción para cada alerta del abecedario”. Y Feijóo sostenía que el presidente del Gobierno “lo sabía todo desde hace más de tres años y lo tapó. ‘Señor Uno’, márchese ya”.

‘Señor Uno’, ¿se acuerdan aquel de ‘señor González, váyase’? Fue Aznar el que se lo dijo. La verdad es que no duró mucho más. Felipe González, entonces, unas elecciones y ganó José María Aznar. Ahora es 'señor Uno, Sánchez, váyase ya'. Lo vamos a recordar, creo, más de una vez en el Congreso.