Pérez: "La marcha de varios dirigentes de C's busca presionar a Rivera para que apoye a Sánchez"

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Cuando uno no está de acuerdo con lo que deciden quienes mandan en su organización; cuando uno trata de convencerles de que no es el camino correcto y no lo consigue. Pues, miren, en esa situación, lo más valiente (también lo más arriesgado); lo más leal y (sobre todo) lo más sincero con uno mismo, es hacer las maletas y marcharse.

Desde ese punto de vista, el paso que ha dado el portavoz económico de Ciudadanos (conviene decirlo así “portavoz económico de Ciudadanos”; porque si yo les digo que el que ha dimitido es “Toni Roldán”, así a secas, lo más probable es que no sepan de quién estoy hablando, porque aunque hoy algunos le describen casi como el apóstrofe del logo de Ciudadanos, lo cierto es que era un desconocido para la mayoría) parece, desde el punto de vista de la coherencia, intachable.

Es verdad que no hubiera estado de más que aceptara alguna pregunta en su “comparecencia-portazo”; pero frente a eso, hay que colocar en su haber que, ya que se va, él se va del todo. No como su compañero Javier Nart, que se marcha de la ejecutiva de Ciudadanos muy enfadado, pero no tanto como para dejar su escaño en el Parlamento Europeo.

Más allá de las convicciones personales (que no dudo de que las haya), detrás de este movimiento de un puñado de dirigentes de Ciudadanos lo que hay, sobre todo, es el comienzo (y nada más que el comienzo) de la presión de verdad para que Rivera tuerza el brazo y haga lo contrario de lo que prometió en campaña: facilitar la investidura de Pedro Sánchez.

Que, pensando en lo inmediato, sería lo más sensato; lo más fácil y, desde luego, lo más cómodo para ese partido. Por ejemplo. Si fuera así, Toni Roldán en lugar de irse de Ciudadanos, pues a lo mejor hasta podría entrar en el Gobierno de España. Fíjense si hay diferencia en el corto plazo. Pero en política, como en la vida, siempre es más rentable pensar en el largo plazo.

Y, en el largo plazo, el reto de Ciudadanos puede tener que ser la supervivencia en un contexto político que apunta claramente hacia el retorno del bipartidismo. Y ahí, en el medio y largo plazo, es donde Ciudadanos tiene que decidir. ¿Decidir entre qué? Entre buscar sus votos a la izquierda y competir con un PSOE fuerte, en el poder, convertido en el voto útil de la izquierda, en un partido ‘atrapalo todo’, con un Podemos a punto de entrar en causa de disolución. Esa es una posibilidad. La otra es hacerse pasar por una especie de PP, pero más limpio, más moderno y mas cool, aprovechando que el PP (al contrario que el PSOE) no parece estar en su mejor momento y, por tanto, es más vulnerable. Por la primera, al menos de momento, en la dirección de Ciudadanos se inclinan, literalmente, 4 gatos. Pero esto no ha hecho más que empezar y los partidos tienen muchas maneras de hacerse el harakiri.

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