El eterno estudiante: del hueco en la sociedad a la búsqueda del emprendimiento
El presidente de CEAJE reflexiona en esta tribuna sobre las limitaciones financieras y económicas que obstaculizan el emprendimiento en los jóvenes
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cambio. Los jóvenes se mueven en constante cambio, se mueven con las nuevas tendencias, se mueven motivados por nuevos retos. ¿Es de eso de lo que se trata? ¿De retos? ¿O es la sociedad la que marca el rumbo y las tendencias? ¿Lo hace la economía de un país? ¿Quién dicta el pensamiento juvenil?
Hace cincuenta años el acceso a la universidad era concebido como un sistema elitista al que solo podían optar aquellos con ingresos económicos suficientes. En un momento histórico en el que ya cualquier estudiante puede optar a becas y sistemas de ayuda al estudio, parece que ir a la universidad ya no es cuestión de dinero, pero en muchas ocasiones tampoco lo es de vocación o gusto por el aprendizaje. Simplemente a encontrar tu hueco en una sociedad movida por las apariencias. A lo que se suma la imagen, todavía latente en el siglo XXI, de la conocida Formación Profesional. Una imagen de inferioridad en la que se ha decidido agrupar a aquellos que se consideran menos capaces de realizar estudios superiores. ¿Quién dicta las normas? ¿Dónde se encuentra el límite entre lo correcto y lo aceptable?
Llegamos a un punto en el que las universidades quedaban completamente llenas, con un nivel de solicitudes en ocasiones superior a la capacidad de estas mismas. Todo el mundo quería estudiar una carrera. Pero ahí no terminaba el camino, después venían los másteres, los doctorados, y un sinfín de opciones de seguir estudiando, porque parecía que nunca era suficiente. Unas veces ocasionado por esa necesidad imperiosa de conseguir más, y otras exigida por los propios sistemas de enseñanza y trabajo, para los que no es suficiente con cuatro o cinco años de carrera.
No era suficiente, pero no solo para las empresas, las cuales demandaban lo que conocemos como “personal cualificado”, sino que la misma sociedad lo exigía. Los jóvenes sentían la necesidad de acumular un sinfín de títulos y papeles que acreditaban su conocimiento sobre una materia.
EL MIEDO Y EL ATREVIMIENTO
Ahora volvemos al cambio, una nueva realidad rozada por el 39,9% de menores de 25 años que se encuentran sin empleo. ¿Qué ha ocurrido con todos esos títulos enmarcados y colgados con orgullo en la pared? Los jóvenes se preguntan: ¿y ahora qué? ¿qué tengo que hacer? ¿qué más necesito? Y entonces comenzó la era del emprendimiento juvenil.
Marcas de ropa, complementos, restaurantes… sueños. Los jóvenes siguen soñando, pero sus motivaciones han cambiado. Ya no buscan ese hueco en la sociedad a través de títulos, sino de metas. Metas que hace años parecían inalcanzables. El miedo ha sido remplazado por el atrevimiento, pero es importante que este vaya acompañado del apoyo de organismos que brinden su ayuda a los jóvenes emprendedores. Necesitan una guía que les marque el camino correcto para que esos negocios den fruto, para que los jóvenes sigan adelante en el camino del mundo empresarial.
Frente a sociedades como la estadounidense, en la que todos los jóvenes parecen querer montar sus propios negocios, los datos no dejan a España fuera de esta tendencia. Según un estudio encargado por el Organismo Internacional de la Juventud para Iberoamérica a Deusto Business School y al Global Entrepreneurship Monitor (GEM), en la región iberoamericana más del 70% de los jóvenes entre 18 y 24 años tienen predisposición al emprendimiento y lo perciben como una buena salida profesional. Aun así, nuestro país no encabeza los primeros puestos de la lista.
¿Estamos ante la moda del emprendimiento? ¿Es algo pasajero, o es una preferencia que ha llegado para quedarse? Vivimos en la era de la digitalización, de la innovación, de tendencias cambiantes con un ritmo que solo los jóvenes saben bailar. Tienen el poder porque tienen las herramientas, pero estas parecen debilitarse sin la presencia de una fuerza superior que las sujete y haga frente a los retos que se presentan. Las limitaciones financieras y económicas son la primera piedra con la que estos jóvenes tropiezan, y aunque en España existen ayudas al emprendimiento juvenil… ¿hasta qué punto son suficientes? La predisposición se desvanece sin el apoyo adecuado, convirtiéndose en un continuo “quiero y no puedo”.
El cambio ha comenzado. El cambio es imparable… la cuestión es, ¿estamos dispuestos a darle el empuje que necesita? ¿o dejaremos que los jóvenes se ahoguen de nuevo en una rueda de metas que se presentan como inalcanzables?