Los inversores encuentran resquicios para el optimismo, se lamen sus heridas, pero nadie baja la guardia
Las Bolsas han intentado recuperarse como han podido de un martes negro
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Las Bolsas han intentado recomponer la figura como buenamente han podido tras el severo varapalo que sufrieron ayer. Y lo han conseguido pese a que los referentes no son buenos. Se han enfriado las esperanzas de un acercamiento comercial amplio entre China y Estados Unidos. Mañana ambos países retomarán las conversaciones en medio de mutuas reticencias y de amenazas latentes. Pero hay algún rayo de esperanza. Según se dice en los mercados, el gobierno de Pequín, a pesar de todo, sigue abierto a un acuerdo parcial con Washington. China no descarta un acuerdo de mínimos siempre que no se impongan nuevos aranceles. Estados Unidos, ya de antemano, ha rechazado esa posibilidad. Pero hasta el rabo todo es toro, y los mercados han tomado nota. Además, China sigue comprando productos agrícolas a EEUU, sobre todo soja, y podría aumentar incluso el ritmo de compras, lo que también es una señal de buena voluntad a tener en cuenta.
Hay una cosa más. Otro resquicio que permite cierto optimismo. Muy leve, muy tenue, pero optimismo al fin y al cabo. En el mercado de divisas, la libra esterlina ha bajado esta mañana, ha tocado el cambio de 1,22 dólares. Pero luego se ha recuperado entre rumores que apuntan la posibilidad de que la Unión Europea realice un gesto de buena voluntad para facilitar las negociaciones para el Brexit con el Reino Unido. Se dice en los patios de operaciones que Bruselas podría establecer un mecanismo para solucionar el problema de la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte y evitar así un Brexit caótico.
Algo es algo. El decorado de fondo para los mercados no es bueno, porque las nubes tiñen de gris el horizonte económico. En las últimas horas y días, tanto la OCDE como el Banco de España y el Fondo Monetario han constatado la desaceleración del crecimiento económico mundial. Hoy se han sumado los analistas de Funcas, que han rebajado su previsión para el crecimiento del PIB en España en este año al 1,9 por ciento, frente al 2,2 por ciento que estimaba anteriormente. Para 2020 pronostican un crecimiento del 1,5 por ciento. Funcas habla de un enfriamiento de la actividad y de un final de ciclo, pero descarta una recesión.
El caldo de cultivo, de momento, no es el mejor para la inversión en Bolsa. Pero tampoco es el peor. Los mercados están a la expectativa de las actas de la última reunión de la Reserva Federal, que se conocerán a última hora de la tarde en Estados Unidos, ya con las plazas europeas cerradas. Pero hoy, pese a todo, parece que tocaba recuperar el aliento y tocaba confiar en que la cordura impere en el Brexit y en la mesa de negociaciones comerciales.
Así las cosas, el índice Ibex 35 ha cerrado en 8.991 puntos con alza de un 0,58 por ciento. Ha cerrado plano BBVA, que estudia vender su negocio de seguros de no vida, al tiempo que sufre por la debilidad de la lira turca, en medio de grandes tensiones entre Turquía y Siria. Han subido Santander, Telefónica e Inditex. Sigue fuerte Cellnex, que casi ha doblado su precio en lo que va de año, y repuntan las empresas acereras. Por el contrario, se frena MásMóvil tras las subidas de las últimas sesiones.
En el mercado de materias primas, el petróleo estira un poco más su último repunte. Se paga hoy a poco menos de 59 dólares. Hace tres semanas llegó a rozar los 70 tras los ataques con drones a instalaciones petroleras de Arabia Saudí. La buena noticia es que el precio del crudo se sitúa de nuevo en los niveles que tenía antes de los ataques. Los inventarios de petróleo de la Agencia Internacional de la Energía se han reducido en 2,9 millones de barriles, cuando se esperaba un aumento de cerca de un millón y medio. En la semana anterior habían crecido en más de tres millones de barriles.
Y en cuanto a la deuda pública, el dinero busca refugio sobre todo en bonos alemanes y de Estados Unidos. Rinden un menos 0,56 y un 1,55 por ciento, respectivamente. También llega dinero a la deuda española. Las obligaciones a diez años ofrecen una rentabilidad de un 0,15 por ciento. No anda muy lejos de sus mínimos históricos.