No, el precio del pollo no va a triplicarse y el de los huevos tampoco

Bruselas desmiente que la futura ley de bienestar animal vaya a disparar el coste de los alimentos básicos

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Escucha la crónica de Paloma G Ovejero, corresponsal en Bruselas

Paloma García Ovejero

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Lo que está circulando por los pasillos de Bruselas son borradores, propuestas de uno y otro lado, presiones de los grupos interesados... pero, de momento, no hay ningún documento ni posición adoptada.

Hasta finales de este año no se empezará a revisar la legislación sobre Bienestar Animal –que, por cierto, tampoco tiene relación directa con la normativa que se ha implantado en España--, e incluso entonces estaremos solamente ante una de las piezas de la estrategia global denominada “de la granja a la mesa”.

"Sin pies ni cabeza"

Dicho de otro modo: es imposible calcular hoy cuánto subirá o dejará de subir el precio del pollo, de los huevos o de otros alimentos procedentes de las granjas. Y no hay ningún motivo para alarmarse. “Eso de que se va a triplicar no tiene pies ni cabeza”, aseguran a COPE fuentes directas de las negociaciones; “las cifras que han circulado en España son muy raras y se basan en números locos”, añaden los implicados, refiriéndose a los mensajes lanzados por ganaderos de nuestro país.

Será el próximo mes de diciembre cuando la Comisión Europea proponga una legislación sobre la protección de los animales para el consumo humano, pero en esta primera fase se centrará solamente en sus condiciones durante el transporte. No van a entrar todavía en la situación de las granjas o en los parámetros de la crianza o en el debate de las jaulas.

Eso lo dejan para la próxima legislatura, es decir, para después del verano que viene. Como pronto.

Y el equipo de expertos que está trabajando en ello insiste, en declaraciones a COPE, que esa propuesta –que aún debe ser elaborada-- irá acompañada de una evaluación de impacto, precisamente para abordar el coste de la reforma: cómo influirá en la mesa del consumidor, en los puestos del mercado y en la cesta de la compra europea. “Es obvio que en una reforma, y más de este calado, se tienen en cuenta las repercusiones en el campo y en el bolsillo de los ciudadanos”, subrayan con asombro los técnicos que están abordando la cuestión.

En cualquier caso, el texto que presente la Comisión tiene que pasar después por el Parlamento y el Consejo. Y eso significa que hay 27 países con sus respectivos eurodiputados que tendrán voz y voto a la hora de pensar en el equilibro del bienestar animal, el presupuesto familiar y la inflación.

El proceso de toma de decisiones en Bruselas no está al albur de caprichos. Ni verdes ni marrones.

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