La decadencia de Cataluña una década después del inicio del procés frente al 'sorpasso' de Madrid
Su inversión en educación, sanidad y servicios sociales es la que menos se ha recuperado en todo el Estado desde 2009, lo que se ha evidenciado con la pandemia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cataluña celebra el próximo 14 de febrero elecciones autonómicas en un escenario completamente distinto al de 2017. Entonces fue el expresidente Rajoy el que convocó los comicios tras destituir a Puigdemont debido a la proclamación ilegal de la república catalana. Ahora se celebran con un Ejecutivo central de otro signo que cuenta entre sus socios con los independentistas de ERC, cuyo presidente, Oriol Junqueras, cumple prisión por delitos de sedición y malversación, y cuyo indulto asoma tras los resultados electorales.
Pese a ello, la Cataluña de ayer y la de hoy beben de las mismas fuentes: de la triple crisis económica, política y territorial que ha experimentado España desde 2007. Porque el 'procés' es el desenlace de un proceso que arrancó con la anulación por parte del Tribunal Constitucional de varios preceptos del Estatuto de Autonomía en 2010, que se vio favorecido por el nacimiento del 15-M, que sirvió de génesis a Podemos, y que utilizó Artur Mas para desviar las protestas contra su gestión hacia el Gobierno central bajo la consigna de “España nos roba”, dinamizando el sentimiento independentista. Según el Centro de Estudios de Opinión (CEO), en 2010 el número de partidarios de la independencia rozaba el 25% de la población, en 2018 el 48%. Según datos de la última encuesta, el apoyo a la independencia cae con fuerza, pues el 50,5% de los catalanes no quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente.
EL 'SORPASSO' ECONÓMICO DE MADRID A CATALUÑA
En los últimos tiempos, Cataluña ha dejado de ser el territorio próspero y cosmopolita que otrora fue. En lo económico se ha confirmado su decadencia. Según el INE, el PIB de Cataluña en 2019 creció un 1,8% respecto a 2018, mientras que el de Madrid creció un 2,6%. En 2018, el PIB catalán creció un 2,3% respecto a 2017, mientras el de Madrid lo hizo un 3,7%. La capital le ha dado así el ‘sorpasso’ a Cataluña como locomotora económica.
En los análisis sobre la evolución de Cataluña y Madrid aflora el impacto del proceso independentista, que dio lugar a la pérdida de miles de sedes sociales de empresas que abandonaron Cataluña justo después de la votación ilegal de independencia del 1-O. Entre las que se fueron destacan grandes sociedades como Planeta, Gas Natural, CaixaBank, Sabadell, Abertis, Catalana Occidente, Cellnex, Applus, eDreams Odigeo, Bimbo, Codorniú, Aguas de Barcelona, Torraspapel o Idilia Foods.
Durante este tiempo, Cataluña también ha perdido servicios sociales. Según un informe de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales que compara las partidas presupuestarias autonómicas del año 2009 y las de 2019, su inversión en educación, sanidad y servicios sociales es la que menos se ha recuperado en todo el Estado, con una diferencia negativa de 4.062 millones de euros. En términos porcentuales, supone una reducción del 19,6% de inversión respecto a hace una década.
UN GOBIERNO DIVIDIDO ANTE LA PANDEMIA
Pero es que Cataluña también sale mal parada en lo que respecta a la gestión de la pandemia al evidenciar un Gobierno dividido, más pendiente de sacar provecho en las elecciones del 14 de febrero que de la lucha contra la covid. No en vano, desde que la administración catalana asumió la crisis sanitaria se han sucedido diversos desencuentros públicos entre departamentos gobernados por Junts per Cataluña y el de Salud, en manos de Esquerra, en la gestión de las ayudas a los autónomos o a cuenta de la apertura de la restauración y la cultura.
Un ejemplo de ello fue lo sucedido en noviembre del año pasado, cuando se colapsó el portal habilitado para ayudar con 2.000 euros a los autónomos afectados por la covid, al recibir una demanda de 400.000 visitas. Horas después se volvió a repetir el colapso.
Por lo pronto, la sentencia del procés y el conflicto territorial seguirán marcando una campaña atípica debido a la covid. La pregunta es: ¿solucionarán los partidos el atolladero una década después?