Clunia, hogar del sucesor de Nerón, de la legión de hispanos y de un pastor volador

Clunia, hogar del sucesor de Nerón, de la legión de hispanos y de un pastor volador

Ana L. Quiroga

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Si hay algo que resulta fascinante, es tocar las piedras de lugares que han hecho historia, cerrar los ojos e imaginar cómo serían aquellos que las tocaron primero, cómo serían sus vidas, cuales sus preocupaciones, qué les haría felices…

Entrar en la ciudad romana de Clunia Sulpicia, al sur de Burgos, es un regalo para la imaginación.

Clunia, hogar del sucesor de Nerón, de la legión de hispanos y de un pastor volador

El teatro, más grande que el de Mérida, cuyas gradas talladas directamente en la roca han impedido que las robaran o utilizaran para levantar otras construcciones nos permite imaginar a 20.000 personas que cabían en él, vibrando al unísono.

El foro nos habla de discusiones y decisiones políticas, especialmente cuando Servio Sulpicio Galba fue nombrado emperador tras la muerte de Nerón y convirtió a Clunia en capital del imperio y en su ”cuna” como emperador.

Plantados de pie al lado de la gran piscina de las termas, casi podemos escuchar las risas y conversaciones distendidas de sus usuarios.

Clunia, hogar del sucesor de Nerón, de la legión de hispanos y de un pastor volador

Visitando los restos de sus casas cuyos más bellos mosaicos lucen ahora en el Museo Arqueológico Nacional, vamos de la mano a conocer cómo era la vida familiar, acomodada y también lujosa de los romanos.

Pisando las piedras que ellos pisaron, casi podemos escuchar y sentir a los miembros de la Legión VII, creada en este lugar con legionarios exclusivamente nacidos en Hispania.

Lo que queda de Clunia no son ruinas, no son piedras, son retazos de vida y de historia que, si queremos escucharlos, están ahí para recordarnos el esplendor de una importantísima ciudad cuyos restos podemos acariciar con las manos.

Allí, compartiendo lugar en la historia, la Ermita de Nuestra Señora de Castro, con larga historia de milagros y que recibió a peregrinos tan ilustres y emblemáticos como Santo Domingo de Guzmán.

Clunia, hogar del sucesor de Nerón, de la legión de hispanos y de un pastor volador

Cuando dejamos atrás Clunia y su halo de historia inmortal, en la vecina localidad de Coruña del Conde, hasta hace poco tiempo, entre vestigios medievales, nos sorprendía la presencia de un moderno avión de combate recortándose contra los restos del castillo medieval.

Ese avión era el homenaje del Ejército del Aire a Diego Martín Aguilera, un pastor con vocación de inventor que tras estudiar en profundidad el vuelo de las aves, se convirtió en el precursor de la aeronáutica, porque allá por 1790, cuando nadie pensaba que el ser humano podría compartir el cielo con los pájaros, creó un artilugio con plumas de águila, madera y metal con el que, después de lanzarse desde la torre más alta del castillo, consiguió volar 360 metros, hasta que se rompió una parte de la armazón de metal que sujetaba las plumas.

Sus vecinos y la mismísima Inquisición, lo consideraron loco y quemaron su invento para obligarlo a recobrar la cordura.

Hoy, aquel avión de combate con el que se le rendía homenaje ha desaparecido. Retirado provisionalmente para ser reparado por el Ejército del Aire, posteriores discrepancias con el ayuntamiento por la responsabilidad de mantenerlo, lo han hecho desaparecer de manera definitiva y solamente un pequeño monumento en el centro del pueblo nos recuerda la hazaña del primer hombre que marcó el camino de la aeronáutica.

Eran la historia antigua, la media y la moderna, compartiendo espacio como homenaje a quienes la firmaron con sus hechos. De todas ellas, la moderna es la única que han retirado, de momento, para no volver.

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