El edificio de Madrid por el que Trump habría dado una orden para que no se construya más por ser feo: "De hormigón"
En su primer día de regreso a la presidencia, firmó una orden ejecutiva destinada a impulsar nuevamente el uso de la arquitectura tradicional y clásica
![Torres Blancas, Madrid](https://imagenes.cope.es/files/image_425_238/uploads/2025/02/07/67a56a24ba482.jpeg)
La historiadora Ana Velasco descubre a Alberto Herrera el origen del brutalismo que Trump quiere evitar para que las nuevas construcciones de edificios públicos sean tradicionales
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En su primer día de regreso a la presidencia, Donald Trump firmó una orden ejecutiva destinada a promover el uso de la arquitectura tradicional y clásica en los nuevos edificios públicos de los Estados Unidos. Esta medida, titulada Promoting Beautiful Federal Civic Architecture, persigue un objetivo claro: reemplazar la arquitectura moderna y brutalista, en favor de diseños inspirados en los ideales clásicos de la antigua Grecia y Roma, que los padres fundadores de Estados Unidos eligieron como símbolo de autogobierno. Sin embargo, la orden no ha estado exenta de polémica, especialmente cuando se refiere al estilo brutalista, un enfoque arquitectónico que Trump y su administración consideran "feo" e inapropiado para las nuevas construcciones del gobierno.
En una conversación entre Alberto Herrera y la historiadora Ana Velasco, se desglosó este fenómeno, que, de hecho, incluye una crítica directa a la arquitectura de hormigón en algunos de los edificios más conocidos de Madrid, como Torres Blancas de Sáenz de Oiza y la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, de José María Laguna Martínez y Juan Castañón Fariña. Según la historiadora, la palabra brutalismo está fuertemente asociada con el uso de hormigón crudo y formas austere, y es precisamente este estilo lo que Trump ha querido evitar a toda costa en las nuevas construcciones federales de Estados Unidos.
La decisión de Trump se centra principalmente en una idea: devolver al espacio público un carácter "bello" y atemporal, inspirándose en los monumentos de la Grecia clásica, como el Partenón, y el estilo arquitectónico de la Roma republicana. Para Trump, la arquitectura debe expresar los valores fundamentales de la nación, y un edificio público debe ser, en sus palabras, "hermoso", en lugar de un monumento a la frialdad y la funcionalidad extrema que define al brutalismo.
![Fachada de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid](https://imagenes.cope.es/files/content_image/uploads/2025/02/07/67a56b80e4606.jpeg)
Fachada de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid
El brutalismo surgió en la década de 1950 en el Reino Unido, en respuesta a la necesidad de reconstruir una Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial. Su característica principal es el uso del hormigón crudo (béton brut), que Le Corbusier popularizó en sus proyectos de viviendas y edificios institucionales. La estética del brutalismo es austera y minimalista, con formas geométricas angulares y una notable ausencia de ornamentos. Este estilo, aunque funcional y duradero, fue rápidamente asociado con la arquitectura institucional, a menudo en contextos de vivienda social o edificios gubernamentales.
¿Qué es el brutalismo y por qué no le gusta a Trump?
Aunque algunos consideran que el brutalismo tiene una fuerte carga de honestidad material, especialmente en sus edificios más emblemáticos como Unité d’Habitation de Le Corbusier o el Ayuntamiento de Boston, para otros, como Trump y sus seguidores, el brutalismo representa lo contrario a la belleza arquitectónica. La fría imagen del concreto, la falta de ornamentación y la exposición de los sistemas estructurales son características que hacen que este estilo sea percibido como "feo" por quienes abogan por una arquitectura más clásica y ordenada.
En Madrid, Torres Blancas de Sáenz de Oiza, construido en 1969, es uno de los máximos exponentes del brutalismo. Este edificio, aunque es un icono de la arquitectura de la época, refleja perfectamente las características del estilo: hormigón crudo, formas angulosas y una sensación de pesadez que no gusta a todos. Para muchos, su estética es simplemente incomprensible, algo que Trump podría haber calificado como "demasiado feo" para representar la dignidad de los edificios públicos.
La administración de Trump ha mostrado una clara preferencia por el regreso a la arquitectura clásica, similar a la de la Casa Blanca, que es esencialmente un templo griego moderno: columnas, frontones, simetría perfecta y todo pintado de blanco. Para Trump, este tipo de arquitectura transmite los valores fundamentales de democracia y autogobierno que definieron a la joven nación estadounidense. En su visión, la arquitectura debe ser un reflejo de esos ideales, creando espacios públicos que inspiren belleza, orgullo nacional y un sentido de permanencia.
![Casa Blanca](https://imagenes.cope.es/files/content_image/files/fp/uploads/2024/10/03/66fe845a35f98.r_d.1525-1403.jpeg)
Casa Blanca
Aunque la Casa Blanca no es un ejemplo exclusivo de arquitectura griega (y muchos detalles, como la pintura blanca, no son representativos de los templos clásicos originales), el simbolismo que ofrece sigue siendo poderoso. Por tanto, Trump busca que futuras construcciones gubernamentales se alineen con esta tradición, manteniendo un lenguaje arquitectónico que evoque los estilos premodernos, sin perder de vista la elegancia y la funcionalidad.
La búsqueda de un equilibrio
Aunque la crítica a la arquitectura brutalista sigue siendo un tema candente, el estilo ha ganado reconocimiento en algunos círculos arquitectónicos por su audaz enfoque de la funcionalidad. Algunos arquitectos valoran la sinceridad material y la potencia estructural que el brutalismo aporta a la ciudad. Sin embargo, para Trump y otros conservadores, el brutalismo está irremediablemente ligado a la decadencia urbana y la arquitectura de regímenes totalitarios, lo que lo hace inapropiado para representar los ideales de una nación democrática.
En este sentido, la orden ejecutiva firmada por Trump es parte de una tendencia más amplia hacia la recuperación de los estilos arquitectónicos tradicionales y clásicos. Aunque no todos los edificios brutalistas serán demolidos o descartados, está claro que, para Trump, la estética y la simbología son fundamentales en la creación de espacios que deben reflejar el carácter y los valores nacionales. Para él, la arquitectura debe inspirar y embellecer, no enfriar o alienar a la ciudadanía.