La Dragonera, isla de piratas y dragones a la que le "robaron" el meridiano cero
Los más incrédulos dicen que, los barcos se hundían tras encallar en el fondo desigual del mar
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A solo 700 metros al suroeste de Mallorca, está La Dragonera, una isla espectacular y fascinante, en la que solo habitan la leyenda y los “dragones”. Cuenta la leyenda que, desde la noche de los tiempos, un ejército de dragones alados protegía Mallorca, pero que un episodio de frío polar extremo, los obligó a huir hacia lugares más cálidos.
Como las hembras habían sembrado con sus huevos los alrededores de la isla, decidieron que el más fuerte y valiente de entre todos ellos, desafiara al frío y se quedara cuidándolos. Nadie sabe si de aquellos huevos nacieron los dragones esperados ni si, al crecer, siguieron a sus antepasados y huyeron hacia lugares más cálidos de aquel momento, pero todavía hoy, si miramos al mar desde el lado mallorquín del Canal del Freu, podemos ver la silueta de aquel dragón valiente que se quedó para cuidarlos y que ahora duerme, convertido en lo que conocemos como Isla de La Dragonera.
Dicen que, durante siglos, piratas y contrabandistas se refugiaban en ella para aprovisionarse del agua dulce que tiene en grandes cantidades, especialmente en la Cueva del Moro también llamada Cueva de las Fuentes, pero que, en ocasiones, el dragón se despertaba y terminaba engulléndolos y prueba de ello serían los numerosos naufragios que se han producido en sus alrededores y los restos cerámicos que se han encontrado en el interior de la cueva.
Los más incrédulos dicen que, los barcos se hundían tras encallar en el fondo desigual del mar y que, puesto que para acceder al lago de la Cueva del Moro había que hacerlo con escaleras de mano, esos restos hallados se corresponden con las vasijas con las que los piratas extraían el agua y que se les rompían al intentar llegar a la superficie con ellas. Hoy, cuando desembarcamos en la Cala Lledó, también nos reciben los “dragones” ahora convertidos en lagartos de todo tipo y tamaño que nos miran desafiantes antes de empezar a reptar, rocas arriba, buscando el calor que les fue negado a sus antepasados. Toda la isla, completamente despoblada, desprende la magia de los lugares con leyenda.
La Cueva del Moro, el Faro de Tramontana en la parte más alta y que sigue activo aunque en la isla quedan los restos de otros ya tan en desuso como la línea del antiguo Meridiano Cero, el lugar exacto que, durante muchos años, marcaba el punto por el que pasaba la línea imaginaria norte-sur, que marca la longitud cero para medir todas las coordenadas del planeta.
Si todavía hoy nos situamos sobre la vieja señal que lo recuerda y continuásemos en línea recta hacia el norte, dicen que llegaríamos, exactamente al corazón de la Ciudad de la Luz, en pleno Observatorio de París, casi a la sombra de la Torre Eiffel. Allá por 1884, a La Dragonera le robaron el paso del Meridiano Cero de París para sustituirlo por el de Greenwich, pero lo que nunca le podrán robar es su belleza catalogada como Parque Natural protegido y su halo de leyenda.