Torrecillas de la Tiesa y su milagrosa Virgen de las tres manos
El 13 de febrero de 1944, los Torrecillanos iniciaron una novena a su Virgen milagrosa
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Entre 1944 y 1946, en España ríos tan caudalosos como el Ebro se quedaron prácticamente sin agua y otros como el Manzanares, se secaron completamente. Muchas fábricas tuvieron que detener su actividad. Las restricciones de agua se hicieron habituales en algunas grandes ciudades y la escasez de alimentos básicos como los cereales, las frutas y verduras, mantenía vacíos los estantes en las tiendas de alimentación, porque España atravesaba lo que los expertos han catalogado como “pertinaz sequía” y la AEMET como el mayor periodo de sequía entre 1940 y 2003.
Con ese panorama y con la impotencia de ver que sus cosechas se echaban a perder y sus ganados se morían de sed, los vecinos de la localidad cacereña de Torrecillas de la Tiesa, rogaron la ayuda de su Virgen de los Remedios, patrona del pueblo, una Virgen con documentadas curaciones milagrosas y ayudas en epidemias desde mucho tiempo antes.
El 13 de febrero de 1944, los Torrecillanos iniciaron una novena a su Virgen milagrosa, rogando para que la lluvia devolviera la vida a sus campos yermos. El último día de la novena, la sacaron en procesión por el pueblo y por los campos cercanos mientras miraban al cielo, esperanzados y confiados, buscando una nube que anunciara un respiro entre la devastadora y pertinaz sequía.
Cuentan las crónicas que, en la madrugada del noveno día, el 22 de febrero, la nieve cubrió los campos y que los vecinos, agradecidos por aquel milagro que les permitiría salvar las cosechas y pese a que la nieve seguía cayendo mezclada ya con lluvia, a la voz de “a la Virgen se la arropa y nosotros a calarnos”, decidieron sacarla nuevamente en procesión, una tradición que, desde entonces, mantienen cada año en esa misma fecha.
Hoy, esa Virgen de los Remedios, una singular imagen que tiene tres manos, sigue conservando su fama de milagrosa y son muchas las personas que admiten haber recibido favores encomendándose a ella y tocando su tercera mano.
Dicen que, era tanta la fama de sus milagros, que muchos vecinos, incluso de pueblos alejados, solicitaban la presencia de esa Virgen para pedirle protección pero, según la leyenda, cuando la cargaban en algún carro para llevarla a otro lugar, los bueyes se plantaban y se negaban a moverse. Entendiendo que permanecer en la iglesia era el deseo de la Virgen, decidieron añadirle una tercera mano desmontable y que cuelga de su cintura, para que pudiera ser trasladada en lugar de la imagen completa y así, pudiera seguir obrando milagros, curando a enfermos o protegiendo de plagas y sequías.
Otra leyenda habla de que esa mano fue un obsequio de la Virgen de Guadalupe cuando la Virgen de los Remedios acudió a visitarla y algunos relacionan esa tercera mano con un homenaje a San Juan Damasceno, que cuando era funcionario del califato de Damasco, fue acusado falsamente de conspiración.
El califa, dando crédito a la falsa acusación, ordenó que le cortaran la mano derecha y que fuera expuesta en un lugar público. San Juan Damasceno, famoso por sus sermones y escritos sobre la Virgen, le rogó para que le fuera devuelta la mano y, de ese modo, seguir escribiendo sobre ella, milagro que la Virgen le concedió.
Así, rodeada de milagros y leyendas, encontramos ahora a la Virgen de los Remedios, renombrada como la Virgen de las tres manos, en un lateral de la pequeña iglesia de Torrecillas de la Tiesa, un lugar con una larga historia de asentamientos humanos, avalada por los restos de “La Coraja”, un cercano castro celta testigo del encuentro entre las aguas del arroyo del Moro con el río Almonte.
En el corazón de Torrecillas de la Tiesa, un “rollo de justicia” nos habla también de un señorío con jurisdicción propia, símbolo de que en esa localidad alguien tenía jurisdicción para velar por el bien común.
Las Cortes de Cádiz, tras abolir los señoríos jurisdiccionales, ordenaron la demolición de esos rollos, pero los torrecillanos se negaron a cumplir la orden y lo mantuvieron en su lugar hasta el día de hoy. No fueron los únicos, porque Cáceres es la provincia en la que, por rebelión vecinal, más rollos de justicia se conservan, aunque en muchos casos fueron utilizados también como picotas.
Son las historias imborrables que dan forma a pequeños grandes pueblos como este, a un tiro de piedra de Trujillo y junto al que transcurre una de las arterias de la trashumancia, la cañada leonesa occidental.