El bandazo con los alcaldes deja en evidencia a la ministra Montero
El Gobierno corría el riesgo de convertir el poder municipal en un peligroso escollo
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Toda verdad ignorada deja su venganza. Y la asfixia financiera de los ayuntamientos se antoja una cruda realidad en la lucha contra la pandemia y sus derivadas económicas y sociales. El fracaso del plan para hacerse con el remanente de los consistorios, durísimo golpe parlamentario imposible de maquillar de por medio, ha llevado al Gobierno a ceder con un giro de 180 grados trazado durante el fin de semana por orden de Pedro Sánchez a María Jesús Montero.
Un nuevo real decreto facilitará la suspensión de la regla de gasto para este ejercicio 2020, sin descartar el Ejecutivo extender la cuestión al próximo año, entre otras medidas, abriendo la puerta a los ayuntamientos a emplear unos 3.000 millones de euros. La solución deja aún bloqueados 12.000 millones del total de los ahorros municipales, pero el Gabinete se dijo predispuesto a escuchar propuestas del resto de fuerzas políticas, las mismas que lo dejaron en la mayor de las soledades en el hemiciclo. De esta manera, quedaba un plan B gestado en apenas un puñado de días.
Hasta la semana pasada, la propia Montero renegaba de segundas oportunidades para poner sobre la mesa un decreto alternativo al tumbado en las Cortes. Un paso entendido hasta ahora como una señal de debilidad ante la negociación presupuestaria en ciernes. Entremedias, claro está, pasaron cosas. De entrada, que la coalición PSOE – Unidas Podemos recibió la semana pasada una severa derrota parlamentario, imposible de dulcificar. Además, los alcaldes y barones socialistas, también los socios morados, presionaron para conseguir un bandazo. Y la definitiva, el presidente del Gobierno lo reclamó.
Así, la titular de Hacienda terminó por virar. Un balón de oxígeno para los regidores de todos los colores políticos, necesitados de fondos con los que atender a sus conciudadanos. Tras la Ejecutiva Federal del PSOE, Cristina Narbona fue meridianamente clara echando mano del refranero patrio. “Rectificar es de sabios”, sintetizó la presidenta del partido. “Es evidente – arrimó el ascua a su sardina - que el Gobierno no ha conseguido convalidar un decreto. Y caben dos actitudes, la de la soberbia o la de la humildad”.
El giro resultaba obligatorio y, paradojas, el Ministerio de Hacienda demostró un inusitado empeño negar una autoenmienda de María Jesús Montero porque, sobre la mesa, están iniciativas ya consensuadas con los consistorios. En cualquier caso, se trata de un paso adelante.