Romper el confinamiento por solidaridad
Un grupo de amigos madrileños se ha encargado de comprar, transportar, distribuir y montar 250 camas en 4 hospitales de la capital madrileña
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La dadivosidad no conoce edades, no conoce estratos sociales, no conoce fronteras, tampoco las restricciones del Estado de Alarma. El confinamiento social impuesto para frenar la expansión del Covid-19 solo se levanta para abastecerse de alimentos, de medicamentos o para trabajar, pero, no dice nada de la solidaridad. A ella se agarra este grupo de amigos madrileños que se han entregado a la causa adquiriendo, distribuyendo, montando y entregado nada más y nada menos que 250 camas donde podrán recuperarse los enfermos que deja la pandemia en Madrid, 21.520 hasta este sábado.
Empresarios de éxito compran y montan camas para los enfermos de coronavirus
Y es que la crisis sanitaria está dejando al aire bondades que antes no eran perceptibles. Son empresarios de éxito, banqueros, abogados, médicos, inspectores de Hacienda, hay un neurocirujano y un industrial de la energía fotovoltaica. La vida les ha sonreído, han tenido suerte y además les une una sólida amistad. Ellos han llegado con su altruismo adonde no llegan las instituciones. Sus camas, que ya son de todos, aguardan la llegada de pacientes en el Infanta Sofía, Clínico, Gregorio Marañón y el 12 de octubre. La próxima semana llegarán otras 100.
“Tampoco es una heroicidad, pero si sirve para que alguno más se lance a arrimar unos eurillos y un poco de trabajo…”, nos relata Willy Álvarez Marrodán. Nombres y apellidos que dejan huella, como la de su amigo Enrique Díaz-Tejeiro, urdidor de esta gesta a la que se ha sumado el resto sin pestañear. Tres días de duro trabajo después de las gestiones de compra y logística. Las camas articuladas para uso hospitalario han pasado por sus manos. Han dejado de lado números, pruebas médicas y tribunales para pisar el terreno. Montarían ya con los ojos cerrados cualquier cama sofisticada que llegue hasta ellos.
NO PREOCUPAR A LOS SUYOS
Discretamente, el equipo se puso en marcha. Ni una palabra a los suyos. La familia permaneció ajena por decisión de estos héroes que tampoco llevan capa. Una vez que todo terminó, “han pasado por delante de casa y se han parado para vernos desde la calle”, nos explica Alberto Álvarez, un asturiano afincado en el corazón de Madrid que no oculta el orgullo que le produce la acción de su hijo Willy y de sus amigos. “Cuando se quiere, se puede”.
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