El tetrapléjico que pasó de las drogas al amor
Tras pasar por drogas y mujeres, Fernando Baena llegó a aceptar su discapacidad "como un premio"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Fernando Baena sufrió una lesión medular en 1973 y resultado de ella quedó tratrapléjico. Estudió Económicas en la Universidad Complutense de Madrid. Ahora publica su libro ''Salir desde el fondo'', donde explica sin tapujos que es una persona completamente dependiente en su vida diaria. Afirma que es posible aceptar totalmente lo que le ha tocado vivir.
ACCIDENTE
Fernando sufrió un accidente que le dañó la médula y en consecuencia perdió la movilidad en todo el cuerpo. ''Pasó mucho tiempo hasta que yo me di cuenta de las consecuencias y las secuelas del accidente y de la lesión''. ''Fue un momento durísimo en el que te tienes que enfrentar con una situación para la que no estás preparado'', afirma el escritor.
''No tuve exactamente depresión, fue más bien una cuestión de odio hacia mi mismo''. ''Es como una especie de esquizofrenia y orgullo en el cual vivimos, el sol tiene que salir todos los días para nosotros y todas las mañanas, al ponernos de pie, todo tiene que estar a nuestro servicio''.
CAMINO DE FERNANDO
El autor de ''Salir desde el fondo'' tuvo problemas de alcohol y drogas al no ver salida a su problema: ''Yo no aceptaba mi historia e hice todo lo que se me pasó por la cabeza para estar bien''. ''Después de hacer, por ejemplo, psicoterapias, acudir a psiquiatras, medicación, drogas y de todo''. ''Cuando ya no pude más, llego un día en el cual no entendía nada y no tenía ninguna salida por ninguna parte''. Afirma Fernando. ''Hacía mucho tiempo que había dejado la Iglesia a un lado y dije, me doy por vencido''.
LA FE LE DEVOLVIÓ LA FELICIDAD
Fernando no aceptaba su discapacidad y se odiaba a si mismo: ''Después de un tiempo acabé la carrera, no encontré trabajo por la tetraplejía''. ''Puse un quiosco de prensa y revistas, vi que aquello no tenía futuro''. Pero estudiando una oposición, un hombre le dio la clave: ''Me recomendó que me metiera en un camino de iniciación cristiana y de formación en la fe''. ''Y en ese camino son las comunidades neocatecumenales'', explica el escritor y economista. ''En una predicación me sentí contento. Volví a casa y seguía muy feliz''. ''Y un día haciendo gimnasia, me di cuenta que el odio había desaparecido por completo''. ''Y no solamente no me importaba tener una dispacacidad, sino que casi me parecía un premio''.