La iniciativa de un negocio para combatir el coronavirus que incendia las redes: “Están muertos”

La crisis del coronavirus ha provocado que millones de personas en España hayan visto su vida radicalmente cambiada. Algunas medidas como la mascarilla, la distancia de seguridad o el control de la temperatura han sido parte de ese giro en la rutina de toda la sociedad española. Algunos establecimientos con el fin de tranquilizar a sus clientes, han aplicado el control de la temperatura ya que la fiebre es uno de los síntomas más frecuentes para comprobar si se tiene o no coronavirus.

Un tuitero ha compartido una imagen que ha resultado cuanto menos graciosa. En ella, aparece un cuadrante para controlar la temperatura de los clientes junto a un termómetro. Lo que ha llamado soberanamente la atención es que las temperaturas oscilan entre los 29,5 y los 34 grados. Algo imposible porque la temperatura normal de una persona ronda los 35 y los 37 grados.

Estas eran las palabras que adjuntaba junto a la fotografía: “Así todos los negocios regresando a la nueva normalidad”, indicaba el usuario.

La instantánea ya acumula más de 3.000 ‘retweets’ y 4.000 ‘likes’. Una fotografía que ha sido muy comentada. Algunos usuarios destacaban que los clientes bien “son zombis” o ·”tienen hipotermia”. Otros tuiteros dejaban latente su preocupación, ya que este tipo de control denota que la fiabilidad de los resultados no está muy allá.

Pero lo que ha desatado las risas es el comentario de una usuaria que lanzaba este apunte: “oye, creo que tus clientes están muertos”. A lo que otro añadía: "es que es sepulturero".

Una iniciativa que no solo se aprecia en establecimientos, sino que también es una realidad en los hoteles. A comienzos de mayo, a través de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos y el Instituto para la Calidad Turística de España hacía público un borrador respecto a como sería la apertura de los hoteles en nuestro país. Una de las iniciativas era precisamente esa. La obligatoriedad de la toma de temperatura antes de acceder al hotel. Además, los ascensores solo podrían ser utilizados por la unidad familiar y en los aseos comunes se desaconsejaban las toallas aunque fueran de un único uso.

Por supuesto, nada de desayuno bufé ni concentración de personas en la recepción. Todo se sustenta en la siguiente premisa: evitar el contacto con las personas que componen el hotel así como los huéspedes.