La Moncloa ve en las grietas internas su gran lastre

Sánchez, contrariado ante la alineación de la titular de Trabajo en torno a Iglesias

La Moncloa ve en las grietas internas su gran lastre

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Pedro Sánchez cantó bingo al atar los Presupuestos Generales del Estado. Tras reunir alrededor de su endeble mayoría parlamentaria a 9 fuerzas políticas más, podía adornarse con las banderas de la fortaleza y la robustez. Pero la Legislatura se antoja ya de canto para Sánchez, sometido a las escaramuzas de Pablo Iglesias. Todos los días, un lío. O más de uno. “El 'jefe' traga saliva”, asevera su entorno. El Presidente ha gustado dar instrucciones de contención a sus ministros, hasta la inminente y definitiva aprobación de las cuentas públicas. Pero, con la marcha puesta hacia un tiempo nuevo, ha dejado a los leales marcar territorio y hasta lanzarse al contraataque.

En estas últimas semanas, el Gobierno de coalición se ha asemejado a una caldera hirviendo con la Monarquía, el decreto antidesahucios, los cortes de suministros, el cálculo de las pensiones, la subida del salario mínimo, etc., etc. Cercanos a Sánchez rumian que el desasosiego de Iglesias pasa por la incapacidad para rentabilizar su peso en el Gabinete, el descalabro demoscópico de Podemos. Entre una encuesta y otra, los morados languidecen casi en el mismo porcentaje que capitalizan los socialistas. El oso (Pedro Sánchez) ha abrazado ya a Pablo Iglesias. Y lo sabe.

Con la exhibición de su agenda ideológica, Sánchez ha puesto la marcha hacia el 2021 y lo ha hecho sorprendido por Yolanda Díaz. Los interlocutores de la Cadena COPE en el núcleo duro presidencial relatan que Pedro Sánchez se disgustó con la ministra de Trabajo que hizo ostentación de maniobrar con los agentes sociales en la tentativa de lograr un incremento del SMI, aunque sea testimonial, para el próximo año. Pilló con el pie cambiado en La Moncloa. Algunos de los que hablaron con el Presidente sostienen que no dio crédito a la alineación de Díaz con Pablo Iglesias. Al fin y al cabo, Sánchez le ha dado entrada a su círculo de confianza a la considerada "moderada" en Unidas Podemos.

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¿Podría una remodelación del Gobierno aligerar las tensiones?

Chascos aparte, las continuas discrepancias, aireadas con toda crudeza, representan para colaboradores de Pedro Sánchez su gran lastre. “La principal gestión por hacer es interna”, reconocen a la Cadena COPE. “En nada ayudaría, ante la cantidad de frentes abiertos, - añaden - una remodelación del Gobierno”. ¿De qué serviría un poco de aire de refresco a un Ejecutivo que se visualiza fragmentado en dos o más facciones? Para muestra, se consolida en el equipo económico un “comando” de contención del gasto con Nadia Calviño al frente y sostenido por María Jesús Montero y José Luis Escrivá. El trío formado por la vicepresidenta tercera y los titulares de Hacienda y de Seguridad Social tendrían ahora mismo a Sánchez de su lado.

Por ahí van los tiros con Pablo Iglesias recreándose ante los suyos, en el seno del Consejo Ciudadano, en sus enganchones porque “PSOE y Podemos defendemos a veces intereses muy distintos”. En este contexto, y aun cuando ambas partes trataron de restarle trascendencia, enmarcándolo incluso en “la normalidad del momento de un debate”, se produjo el acalorado aparte en los pasillos del Congreso de los Diputados entre Iglesias y Montero, llegando a oírse a la titular de Hacienda pedir al vicepresidente de Derechos Sociales que no fuese “cabezón”. Tras las alharacas de Montero y de Iglesias, la cúpula morada se jactó entre bambalinas de la efectividad de hacer ruido a golpe de filtraciones para la consecución de sus objetivos.

Sin paños calientes, desde La Moncloa dejaron caer que Sánchez llevaba dos semanas de castigo a Iglesias sin convocar ninguna de las citas de coordinación entre las facciones de la coalición. Está meridianamente claro. O se confía en el otro, o no.

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