El desastre planea sobre la “operación anti-PP” cocinada por Sánchez y Arrimadas
La concertación de La Moncloa con CS se cocinó durante semanas.
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
El papel donde está escrito el plan siempre lo aguanta todo. Tras desplazarse el vicesecretario de CS, Carlos Cuadrado, a Murcia y obtener las rubricas de los suyos a las mociones de censura para desalojar al PP tanto del Gobierno autonómico como de la alcaldía de la capital, la cuenta atrás se puso en marcha. El panorama se antojaba atado, según lo planificado al más alto nivel durante las últimas semanas entre Pedro Sánchez e Inés Arrimadas. Apostaban fuerte. Ambos.
La embestida a los populares fue fruto de negociaciones discretas que arrancaron tras las elecciones catalanas del 14 de febrero, de la mano de estrechos colaboradores de Pedro Sánchez, como José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, o Félix Bolaños, secretario general de la Presidencia, entre otros. Enfrente han estado Arrimadas y Cuadrado. La operación tenía el sello de La Moncloa y estaba destinada a desbaratar el proyecto de unidad del centro- derecha de Pablo Casado.
Lanzado el asalto institucional en Murcia, el tablero nacional se incendió automáticamente. La respuesta de Isabel Díaz Ayuso desde Madrid resultó contundente. Por aquello de más vale prevenir que curar, sólo hubo de sacar del cajón un decreto ya listo desde hacía meses por su consejero Enrique López, de disolución de la Asamblea y la convocatoria electoral para el próximo 4 de mayo. La rápida jugada cogió a contrapié a Sánchez y, a todas luces, asustó a Arrimadas que vio como los suyos eran expulsados del gobierno regional y además se le disparó la contestación interna. La líder de CS se había metido un gol en propia meta.
Su desasosiego pareció llevar a La Moncloa a negar “una operación global” contra el PP y que Madrid o Castilla y León fueran las siguientes piezas a Murcia. Y, sin embargo, la sala de máquinas socialista emplazaba a esperar a una llamada de Pedro Sánchez a Inés Arrimadas “para decidir qué hacer en cada territorio” tras presentarse las mociones de censura. La jugada de las urnas de Díaz Ayuso llevaba a Sánchez a encerrarse durante casi 3 horas con su núcleo duro en la sede de la calle Ferraz.
Mientras la presidenta ya había dado su particular pistoletazo de salida a la campaña alertando de que el 4-M se juega en la dicotomía “socialismo” o “libertad”, el jefe del Ejecutivo aún planificaba sus pasos. Primero, agotar la pelea jurídica, por aquello de qué fue antes la convocatoria de elecciones o la moción de censura, ya ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid pero, llegado el caso, un recurso de amparo ante el Constitucional. De fallar el tiro en el intento de embarrar y desgastar a Ayuso, ya descuentan las urnas. Más allá de aplicarle la táctica de arrinconarla con la compañía de Vox, Sánchez ha trasladado “de momento” a su entorno la idea de apostar por Ángel Gabilondo.
El profesor causa verdadera desazón interna frente a un cartel reconocido como “muy fuerte”. Tanto es así que miembros del Gabinete acaparan las miradas entre quienes sueñan con un “factor Illa”. Desde Fernando Grande-Marlaska a Reyes Maroto y, en el centro, Margarita Robles. Entre sus planes no está dejar Defensa. El propio Presidente la ha llegado a definir como su “quinta columna” ante la buena imagen de su ministra en el centro-derecha. Aún así, Madrid es un feudo particularmente hostil para el Gobierno y, al fin y al cabo, Isabel Díaz Ayuso ya ha señalado a su contrincante en este ring electoral: El propio Pedro Sánchez.