La Moncloa se vuelca en agrandar las vías de agua a Ayuso
La estrategia pasa por lograr el cisma entre PP y CS. A eso juegan los estrategas en medio de la pandemia y a la necesaria coordinación entre administraciones
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Sin forzar la máquina. No hace falta. La Moncloa aspira a que siga escenificándose la difícil cohabitación en el gobierno de la Comunidad de Madrid entre Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado. Objetivo conseguido en cuanto a la notoriedad, pues durante días han rodado las fricciones entre PP y CS, caldeadas notablemente con la reciente renuncia del consejero de Políticas Sociales, el naranja Alberto Reyero, que ha servido para profundizar en el revuelo en el Ejecutivo regional. A eso juegan los guionistas de Pedro Sánchez, a dejar que los socios de la Puerta del Sol se cuezan en su salsa, en trifulcas estériles que provoquen su debilidad.
Y algo de eso debieron percibir PP y CS que, al menos a nivel nacional, cerraron filas. Al entorno de Sánchez le va bien la división, mientras navega entre los cañones contra Ayuso y las loas a Aguado. Porque estrechos colaboradores del Presidente aprovechan para cebarse con la mandataria madrileña, con lo que han definido como “maniobras infantiles” en referencia a la resistencia primero en aplicar las restricciones en Madrid capital y en 9 poblaciones de más de 100.000 habitantes y luego a la decisión de recurrirlas ante la Audiencia Nacional.
La batalla se fue recrudeciendo con la negativa del titular de Sanidad, Salvador Illa, y del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, a reconocer una mejoría en Madrid. Ambos evidenciaron desconfianza con las cifras regionales de la pandemia. Y eso que 24 horas después, en el Pleno del Senado, el ministro negó la mayor: “Yo no he puesto en duda jamás los datos de ninguna Comunidad Autónoma, pero hay que tomarlos con mucha precaución”. Sin embargo, en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, María Jesús Montero emplazó a Isabel Díaz Ayuso a atender a los técnicos.
En cuanto a Aguado, que ha ido dejando sola a su presidenta en la batalla con el Gobierno y mimetiza el discurso de los llamamientos a la coordinación entre administraciones, La Moncloa aplaude su “buena disposición”, los contactos continuos con Illa, o la defensa de las medidas del Consejo Interterritorial del Sistema de Salud, a pesar de haber sido adoptadas sin consenso, aunque por mayoría, y convertidas en una resolución oficial, publicada en el BOE, de obligado cumplimiento para la Comunidad de Madrid. En conclusión: “El vínculo de Isabel Díaz Ayuso con Ignacio Aguado se antoja insostenible en el tiempo”.
En estas circunstancias, en el magín de Sánchez nunca deja de sobrevolar la idea del escenario de la moción de censura o incluso de unas nuevas elecciones autonómicas a corto/medio plazo. La falta de banquillo en el PSOE de Madrid, una federación que Pedro Sánchez ha querido amoldar obstinadamente a su medida, ha llevado al entorno presidencial a mirar al Consejo de Ministros. Preventivamente. El perfil que más encajaría a los estrategas es el de la titular de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, siempre una fija en quinielas para contiendas en Madrid.
A pesar de alguna intentona de mover de su silla a otra compañera del Gabinete, la ministra de Defensa, Margarita Robles, entre los planes no está que deje sus responsabilidades. Y eso que el propio Presidente ha tirado en alguna ocasión de ironía ante la buena imagen de Robles en el centro-derecha, llegando a definirla como su “quinta columna”. El casting, en todo caso, existe. Más aún con el portavoz socialista en la asamblea regional, Ángel Gabilondo, ansioso por ser Defensor del Pueblo, tal y como él mismo solicitó a Sánchez. Las ganas del profesor son sólo proporcionales a las de La Moncloa por aparcarlo y renovar el liderazgo autonómico. Se antoja Gabilondo el enésimo borrón y cuenta nueva en Madrid de Sánchez. ¿Será el definitivo?