Sin micrófonos: La incómoda reunión de Podemos con Juan Carlos Quer

Juan Carlos Quer, padre de Diana Quer

Alberto Escalante

Publicado el - Actualizado

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La semana ha comenzado mal para Podemos. Al menos, no como ellos esperaban porque el asesinato del pequeño Gabriel Cruz ha puesto bajo los focos su apoyo a la derogación de la prisión permanente revisable. Con casi tres millones de firmas en contra y el debate de mañana en el horizonte, Irene Montero tuvo que explicar el lunes sus argumentos en persona a Juan Carlos Quer en una reunión que no aparecía en la agenda oficial porque, según fuentes moradas, era “privada”. Pero la incomodidad en el grupo parlamentario era más que evidente hasta el punto de que compañeros gráficos tuvieron dificultades para conseguir imágenes del encuentro. Ni siquiera es posible encontrar una instantánea en el canal oficial por el que distribuyen las fotografías hechas por sus propios fotógrafos de todas sus actividades.

Una actitud que contrasta con el recibimiento que dedicaron en su día a los bomberos forestales, los estibadores, la Plataforma Trans o las asociaciones de la dependencia por citar solo algunos de los colectivos con los que no han dudado en posar y compartir declaraciones públicas en los últimos meses en el Congreso. Por no hablar de la reunión con los familiares de los encarcelados por la agresión a dos guardias civiles de Alsasua con los que Pablo Iglesias aparece en unas imágenes que en las últimas horas corren por las redes sociales.

Juan Carlos Quer pidió que Iglesias estuviera en la reunión del lunes, pero acudieron Montero, Ione Belarra, Gloria Elizo y Sofía Castañón. Fue el equipo de prensa el encargado de acompañarle a su llegada y a su salida, cuando se vieron obligados a improvisar una breve comparecencia ante la insistente petición de los medios y del propio padre de Diana Quer. Ningún diputado de Podemos se dejó ver en público a su lado ni le escuchó cuando explicó a la prensa -con gesto más que serio- que no había obtenido respuesta cuando les pidió propuestas inmediatas que eviten nuevos cadáveres sobre la mesa, más allá de apelar a la educación y la prevención.

Y es que el partido morado no quiere que nada pinche el balón de oxígeno que han recibido en las últimas semanas de los pensionistas y las mujeres, el punto de inflexión que buscaban para agitar la movilización en la calle y, de paso, que pase a un segundo plano la situación en Cataluña. Por eso se sumaron con entusiasmo a las inesperadas (por numerosas) manifestaciones de jubilados y han pisado el acelerador con el 8M. De los pensionistas, Iglesias ha dicho que son “la generación que nos está enseñando otra vez cómo se defienden los derechos sociales” y del movimiento feminista ha aplaudido el “patriotismo de los delantales” y ha pronosticado que “han señalado el camino del cambio político”.

Ayer mismo, Montero pedía que “no decaiga el interés mediático” sobre el tema y hacía un llamamiento directo a que la gente acuda este sábado a las manifestaciones en las que ambas reivindicaciones se van a dar la mano, porque el movimiento feminista se ha sumado a la convocatoria de los pensionistas en toda España. Será una ocasión pintiparada para que Podemos vuelva a explotar ese doble filón sin enredarse en debates como su defensa la derogación de una medida -la prisión permanente revisable- que cuenta con un amplísimo respaldo social pero que llega en un momento cuanto menos inoportuno para ellos.

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