Sin micrófonos | La Orotava: dudas e incertidumbres de un crimen machista
El informe preliminar de las autopsias señala, en principio y con todas las cautelas, hacia lo que puede considerarse un caso aterrador de violencia machista: la mujer habría muerto estrangulada y las pequeñas por asfixia o sofocación mecánica
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No quedó vivo ni el perro. El cuerpo del pequeño can apareció cerca de la cama en la que yacían los restos de Paula Teresa Martín, de 40 años, y sus dos pequeñas, Miranda Teresa y Paula Vanessa, de cinco y dos añitos de edad. El informe preliminar de las autopsias señala, en principio y con todas las cautelas, hacia lo que puede considerarse un caso aterrador de violencia machista: la mujer habría muerto estrangulada y las pequeñas por asfixia o sofocación mecánica. La contundencia del análisis forense señalan al hombre, pareja y padre de las víctimas, como presunto autor de la matanza. Israel Rodríguez, de 45 años, se quitó posteriormente la vida colgándose, maniatado, de una soga.
La complejidad del nudo con el que aparecen atadas sus manos, según nos dicen fuentes al tanto de la investigación, hizo pensar a los investigadores que el hombre pudo necesitar la ayuda de alguien, probablemente de su mujer. Es lo que convertiría este crimen múltiple en un caso de parricidio con la connivencia de los dos miembros de la pareja. Sin embargo, otras circunstancias, como el hecho de que fuera un militar cualificado y laureado en misiones especiales, con experiencia en Afganistán, lleva a contemplar la posibilidad de que dispusiera de conocimientos y habilidad suficientes para actuar en todo momento solo. Los primeros resultados de las autopsias dejan pocas opciones, aunque aún esta por determinar si las tres primeras víctimas, la madre y sus dos hijas, fueron reducidas previamente mediante la ingesta de alguna sustancia toxica.
El cuerpo del perro no se analizó
Algunas circunstancias que presentaban los cuerpos, incluido el hecho de que el perro también apareciera muerto, plantea la posibilidad de que se les administrara algún tipo de sedante o veneno. Es la forma más efectiva de acabar con un animal si no presenta, como el resto de víctimas, síntomas evidentes de violencia. Sin embargo, el cuerpo de la mascota, según aseguran a Cope fuentes del caso, no se encuentra entre los elementos a analizar de la escena del crimen. “El perro no fue recogido para su estudio y por lo tanto nadie está averiguando cómo y cuándo muere el animal”, dicen estas fuentes. Una decisión que cuestionan algunos medios jurídicos al tanto de la investigación consultados por cope.
En ese mismo ámbito jurídico vuelven a pedir prudencia a la hora de calificar los hechos ya que “probablemente estemos ante algo más complejo que un caso al uso de violencia contra la mujer. Incluso hablan de “violencia social”. Con lo que conocemos hasta el momento estas fuentes afirman que “todo apunta a que es el hombre quien mata a su familia, en una agresión tan bárbara y completa que elimina hasta a la mascota. No hay un solo dato para asegurar que la mujer participe en los crímenes”.
Partiendo de la bestialidad de la matanza estas fuentes subrayan la singularidad de este crimen machista. No hay rastro de maltrato ni denuncia. Eso no sería novedad y así ha ocurrido en otros casos. Advierten que en la nota que deja el presunto autor de los crímenes no hay reproches hacia las víctimas sino hacia sus familias. Se refiere, nos dicen, a las supuestas malas relaciones de los padres de uno y otro cónyuge con miembros de la pareja. Todo muy extraño. Hasta el punto de desconcertar a profesionales que analizan e investigan cada día delitos contra la mujer. Sin embargo la muerte de tres personas a manos, presuntamente, del padre de familia, viene a ser, al fin y al cabo, más de lo mismo: con la Ley en la mano, violencia de género. La investigación y el juez lo decidirán.