Todos estamos aquí por imperativo legal
Esta ha sido la décimo tercera semana del juicio del procés
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Por imperativo legal. Es la coletilla de muchos testigos de la defensa. Ya sabemos que lo van a decir. En realidad, están esperando a que llegue el turno de la acusación popular VOX, el momento para decirlo y sentirse protagonistas. Es su minuto de gloria. No se lo quieren perder. Al principio, Marchena apenas les hacía caso, pero esta semana se ha cansado, impuso su autoridad y recordó la ley. Dio otra lección de Derecho. A uno de los testigos proindependentistas, Joan Torres, le dijo: “fijese que todo lo que está pasando es por imperativo legal, todos estamos aquí por imperativo legal”. Y le explicó que todo estaba reglado, desde el primer día, hasta la silla en la que se sentaba el testigo, y que “la ley impone que este acto se desarrolle en castellano, y es así como tiene que declarar. El testigo quería hacerlo en catalán.
Y luego llegó otro testigo con la misma cantinela. Una concejal, que quería que la llamasen concejala, Isabel Castell, que además es abogada y mediadora. Lo traía ensayado. Para empezar, dijo que prometía decir la verdad y que iba a ser “una testigo veraz e imparcial“. Marchena le respondió que “eso es lo que debe usted ser”. Cuando llegó el turno de VOX, además de recurrir al “por imperativo legal” quiso mostrar su rechazo a “las ideas de la extrema derecha fascista de la acusación popular”. Marchena se puso contundente. Estaba más serio. Y le espetó que “usted está ahí sentada por imperativo legal. Ha respondido a las preguntas de las defensas por imperativo legal, ha respondido a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado por imperativo legal, y ahora, tiene el imperativo legal de responder a la acusación popular. Que sepa que todo lo ha pasado aquí, esta mañana, es por imperativo legal”. Se escuchó a la Ley.
Y llegó el tercero. A quien no le dio tiempo a decir “por imperativo legal”. Josep Marimon, un bancario jubilado, intentó soltar su discurso sobre cuestiones morales y principios, pero ahí estaba Marchena. De forma suave le dijo “no, mire, no, guarde silencio. Usted va a contestar por el mismo fundamento legal por el que ha respondido a la defensa de Sànchez y Turull, del Ministerio Fiscal y de la Abogacía del Estado”. El testigo, que le pasaba como a otros, que no se dan cuenta de que están en el Tribunal Supremo, le interrumpió, pero el Presidente no se lo permitió. Marchena, con rotundidad, le dijo que no podía hacer ningún discurso sobre lo que el sistema legal penal español permite a la acusación. “Prescinda de cualquier valoración y responda a la acción popular”.
Hubo más, y uno de ellos, un empresario, al “por imperativo legal” añadió que respondía como persona feminista. Una tanda de testigos de las defensas que hablaron de la fiesta de la democracia, del ambiente festivo y pacífico, de la cantidad de talleres que había en los centros de votación, con chocolatadas y campeonatos de butifarra incluidos, que la única violencia venía de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y que los guardia civiles se pegarían entre ellos. Todos con lazo amarillo. También mariposas, flores, relojes, mochilas o chaquetas de ese color. Y al finalizar, varios pidieron a Marchena quedarse en la sala para seguir el juicio. Encantado, respondía Marchena.