El vértigo que planea sobre Sánchez con sus cuentas para el 28-A

En el PSOE se reafirman en la estrategia del miedo y auguran que Albert Rivera no vetará a su líder

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Pedro Sánchez tiene por meta superar el 28-A la barrera del 30% de los votos. Un propósito al alcance de sus manos. La tendencia ha venido siendo al alza en sus encuestas, cercanos al presidente del Gobierno hablan de buenos indicadores, pero añaden: “Aún han de lograrse los objetivos”. El PSOE ya ha conseguido la polarización de la contienda electoral, un auténtico plebiscito entre el propio Sánchez y la triple derecha. Sin embargo, debe conseguir una amplia movilización para que su gente evite quedarse en casa y vaya a votar. 

En Ferraz les hace ser optimistas la abrumadora presencia de público en los actos de Pedro Sánchez, en muchos se ha cubierto el aforo quedándose gente fuera, llevándoles a aguardar un índice de participación por encima del 70%. “Ése será el reto de la parte final de la campaña oficial”, avisa la formación. Los colaboradores de  Sánchez han descartado riesgo alguno de perder las elecciones, incluso han ido en aumento las expectativas de un mandato en solitario, con el apoyo externo de Podemos o de Ciudadanos. 

Para ello, la obsesión socialista ha pasado por evitar cometer grandes errores que den munición al contrario. Sin necesidad de arriesgar más de lo que el mismo Pedro Sánchez decidiera por su cuenta, el descuelgue de Miquel Iceta con la posibilidad de canalizar una salida hacia la independencia de Cataluña si existe una mayoría social constituyó una contraproducente interferencia en la estrategia de campaña, un evidente riesgo para los intereses del PSOE, devolviendo el foco al encaje de Sánchez con los separatistas y a la dicotomía de elegir entre Pedralbes o Colón. Justo de donde huían los estrategas del Presidente, obligándolo en una entrevista en El Periódico de Catalunya a abrir la puerta al 155, “un instrumento perfectamente legal, constitucional y homologable”. 

El manual de campaña ha pasado por “anular” la crisis territorial que hiperventila al propio electorado, prestos a apostar todo a la agenda social, apuntalando además el patriotismo de Sánchez con la fijación de la palabra España en el lema de precampaña, sustituido posteriormente por un “Haz que pase” impreso sobre el rostro del candidato, con claros tintes presidencialistas. Saliendo el líder del PSOEcomo ganador, con sus colaboradores celebrando un calentamiento a la carrera que “iba perfecto”, la distorsión de Iceta enojó, y de qué manera, en Ferraz. Más aún cuando el hartazgo con el “procés”, combinado con la apuesta por el diálogo y la alerta contra un 155 permanente, habían disparado las perspectivas electorales del propio PSC, pero, de creer a ciertas voces, Iceta pretendió apuntalarlas ante ERC, su principal rival en Cataluña. 

Aún con las cautelas correspondientes, el círculo del presidente del Gobierno gusta sostener que mensajes como el de la existencia de un “pacto oculto” con el separatismo difícilmente calan ya en la opinión pública, sobre todo tras verse forzado a convocar elecciones generales ante la negativa de PDeCAT y de ERC de apoyar las cuentas públicas, pero además ahí está “el escaparate de la legítima defensa del Estado” en el juicio contra líderes del “procés” en el Tribunal Supremo. Con la puerta abierta a la carrera a las urnas, cuenta además con el miedo a VOX y, sobre todo, al desembarco del llamado bloque de la “involución”, como cóctel para consolidar la ventaja. Y por si cabía alguna duda, el recado que han ido depositando próximos Sánchez: “Da más vértigo Santiago Abascal que Quim Torra”. 

Los análisis sobre la mesa de Pedro Sánchez así lo han indicado. El desalojo del socialismo en Andalucía marcó el punto de inflexión en un constante desgaste del Gobierno de la nación y dio un vuelco total al escenario político. Las encuestas han mantenido al PSOE sobre una ola ascendente frente a la fragmentación del centro-derecha, inmersa por añadidura en “peleas de gallo”, además del desplome de Podemos. “La volatilidad sigue siendo enorme”, avisan los más cautelosos en Ferraz, no sin barruntar un buen bocado de voto oculto para VOX ni dedicar horas y horas a analizar qué pasará “con los restos”, aquellos escaños que dependerán de un puñado de sufragios. 

No obstante, en los despachos del PSOE ha llegado a trabajarse días atrás con proyecciones por encima de los 140 escaños. De salir esas cuentas, las miradas se proyectan sobre morados y naranjas de cara a una investidura de Sánchez. En altas instancias contemplan casi como una utopía sumar con Pablo Iglesias. Con Podemoscamino del matadero, “a pesar de eludir meternos con ellos”, inciden en las sentinas socialistas, la alternativa como costalero pasaría por Albert Rivera cuyo veto irrita, claro, pero José Luis Ábalos lo ha invitado ya en varias ocasiones a respaldar una investidura de su líder para evitar “apoyos espurios”, de esos que aspiran a reventar el Estado.

Quinielismo del Poder aparte, Pedro Sánchez es quien a día de hoy tiene más que perder. Al fin y al cabo, toma la salida a las urnas en la “pole position”.

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