Austria deja Europa más dividida sobre inmigración tras su turno de presidencia

Sebastian Kurz, el canciller austriaco

Rosalía Sánchez

Publicado el - Actualizado

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Austria no se ha salido con la suya. El Gobierno formado por el conservador Partido Popular ÖVP y la formación de extrema derecha FPÖ se había propuesto centrar su semestre al frente de la Unión Europea, a punto ya de terminar, en la lucha contra la inmigración. Llegada la hora del balance, resulta evidente que Europa no ha endurecido su política al respecto como hubiese deseado Austria, aunque sí se ha generado una mayor división interna en torno al problema.

Para el gobierno austriaco se trata casi de una obsesión política, hasta el punto de abandonar el Pacto Mundial sobre Migración de la ONU como han hecho también Polonia, Hungría, Bulgaria, la República Checa o Eslovaquia. Sebastian Kurz, canciller y jefe del Partido Popular austríaco, llegó al poder gracias a una campaña electoral centrada en mensajes contra la inmigración y en propuestas para favorecer a los austríacos frente a los extranjeros, después de que el país recibiera a unos 150.000 refugiados desde 2015, lo que equivale al 1,5 % de su población. “Quienes no ponen límites claros a la inmigración pronto se sentirán extranjeros en su propio país", dijo, tras cerrar el acuerdo de Gobierno con el ultraderechista FPÖ, un partido euroescéptico fundado por antiguos oficiales nazis tras la II Guerra Mundial y que soporta sobre la defensa de la identidad tradicional austríaca y las críticas al islam y a los inmigrantes sus principales mensajes. Su programa para la Presidencia de la UE en el segundo semestre de 2018 llevaba por título "Una Europa que protege" y en este semestre la presidencia ha tratado de vincular la inmigración ilegal con la "seguridad" del continente, aunque sin lograr un éxito palpable.

Ante la resistencia de las instituciones comunitarias a las iniciativas austriacas de restricciones a la inmigración, Kurz se ha esforzado por reunir en torno a su turno de presidencia lo que él mismo definió como un "eje de los dispuestos" con Roma e intentando sumar a Berlín, aunque finalmente solo consiguió atraer al gobierno regional de Baviera, estado federado alemán gobernado por la Unión Socialcristiana (CSU), más cercano a sus propuestas que la CDU de Merkel. Este eje ha intentado promover en Europa la necesidad de reforzar las fronteras y la creación de las denominadas "plataformas de desembarco" para devolver a solicitantes de asilo a terceros países fuera de la UE, además del incremento de los efectivos de la agencia europea Frontex. Ambas ideas han quedado descartadas o se han aplazado en el tiempo, como el caso de Frontex, que pospone al menos hasta 2025 el objetivo de aumentar su plantilla con miles de agentes adicionales. En el caso de "las plataformas de desembarco", ningún país del Norte de África parece estar dispuesto a acoger en su territorio estos centros, según ha reconocido la Comisión Europea. La cumbre de junio, en la que se esperaba algún tipo de acuerdo sobre inmigración y refugiados y que sería el termómetro de la presidencia austriaca, fue un auténtico fracaso.

Si ha logrado Austria el establecimiento y prolongación de los controles fronterizos en las líneas internas del espacio Schengen, seguido también por Alemania, y un endurecimiento del discurso europeo sobre inmigración, aunque el asunto haya quedado más en lo simbólico, pero la presidencia ha estado tan concentrada en este asunto que ha pasado de largo por otras cuestiones centrales de la agenda, como  la negociación del marco financiero comunitario para el período 2021-2027 y la recta final de la salida del Reino Unido de la UE, prevista para marzo de 2019, en las que apenas se ha escuchado la voz de Austria.

La presidencia por turno pasa a partir del 1 de enero a Rumanía,  que previsiblemente vivirá en ese puesto el temido momento Brexit y que considerar la integración europea de Serbia y los Balcanes occidentales como una de las máximas prioridades de sus seis meses al frente del Consejo, según ha declarado el ministro de Relaciones Exteriores de Rumania, Teodor Melescanu.

 A solo unos días de asumir el turno de presidencia europea, Melescanu se he reunido con su homólogo serbio Ivica Dacic, con la primera ministra Ana Brnabic y con el presidente para discutir asuntos regionales, las relaciones bilaterales y las prioridades de la presidencia rumana. "Rumania apoya plenamente la integración europea de Serbia", ha dicho, “les aseguro que colocaremos a los Balcanes occidentales como una de las máximas prioridades de la presidencia rumana".

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