Un misionero salesiano en Uganda: “La gente aquí se enferma y no se sabe si tiene COVID”

Han fabricado y repartido miles de mascarillas en el campo de refugiados de Palabek, cuenta Ubaldino Andrade a COPE

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Ubaldino, misionero salesiano en Uganda: “La gente aquí se enferma y no se sabe si tiene COVID”

Manuel Ángel Gómez

Publicado el - Actualizado

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No hay material para hacer pruebas PCR; cuando nos enfermamos vamos a un joven refugiado que tienen una especie de farmacia y nos hace los exámenes de malaria y tifoidea -que son las enfermedades más comunes- y nos prescribe alguna medicina, y así seguimos adelante”, explica Ubaldino Andrade, misionero salesiano, desde el campo de refugiados de Palabek, en el norte de Uganda. En Palabek -expresión que significa “mete la espada en el bolsillo y no pelees más”- malviven 56.000 personas, la mayoría mujeres y niños procedentes de Sudán del Sur, de donde llegaron huyendo del hambre. Ubaldino Andrade, venezolano, nacido en Caracas -donde se unió a los salesianos-, lleva 3 años en Uganda, y estuvo 17 años en Sierra Leona, durante la guerra y la epidemia de ébola. Cuenta a COPE que en Palabek viven con la gente “24 horas, siete días a la semana”. “Los servicios médicos son muy pocos, no se sabe muy bien qué hacer si una persona está enferma; a veces se sospecha de algún caso y no se sabe realmente si es, y algunas personas han muerto y no se sabe si murieron de coronavirus o de otra cosa”, señala. Confiesa que él mismo enfermó “de una neumonía muy fuerte”.

Los refugiados están allí -relata el misionero- “en unas condiciones de mucha pobreza, cuando salieron huyendo de Sudán del Sur cargaron muy poco, algunos andan con harapos, con ropa sucia y rota, y al llegar les dan algunas lonas, algunas mantas, utensilios para cocinar, un machete, y se les lleva un lugar donde tienen que empezar la vida de nuevo; a veces pasan semanas debajo de un árbol a la intemperie”.

Para evitar los contagios, los salesianos han lanzado una campaña de sensibilización. En el recinto han colocado contenedores de agua con jabón a la entrada de los lugares donde se alojan, y se ha concienciado a la gente para que se lave las manos, no se salude y mantenga la distancia social. Además -gracias al apoyo de Misiones Salesianas de España- han fabricado varios miles de mascarillas y las han repartido, y han distribuido material de limpieza, contenedores y jabón.

El gobierno ugandés ha puesto en marcha “un sistema de educación por internet, pero aquí no hay ni siquiera electricidad, ni quien tenga computadora”, asegura el misionero. Dice que “desde que comenzó la crisis cerraron las escuelas, y jóvenes refugiados toman sus bicicletas y van hasta los últimos rincones del campo con material educativo y material didáctico para acompañar a los niños y a los jóvenes para que no pierdan el ritmo de la escuela”.

En el campo de Palabek los salesianos han establecido 16 comunidades cristianas “para la celebración de los sacramentos”, y han creado “cuatro escuelas preescolares para niños muy pequeños”, y una escuela técnica en la que “se han formado más de 500 refugiados en agricultura, peluquería, corte y costura, construcción y mecánica”. Desde octubre están celebrando misas -con un máximo de 70 personas- en las que es obligatorio que los asistentes vayan con mascarillas.

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