Colombia se asoma de nuevo al abismo
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 24 de enero
Madrid - Publicado el
1 min lectura
Tras seis días de enfrentamientos entre el ELN y un grupo disidente de las FARC, Colombia registra una cifra alarmante de 80 muertos y 32.000 desplazados. Fuerzas militares y policiales colombianas junto con Naciones Unidas tienen como misión prioritaria sacar de las zonas de peligro a todos los civiles que sea posible. La respuesta de la presidencia de la República ha sido declarar el estado de conmoción, una medida que le permitirá usar facultades extraordinarias, incluida la de limitar el ejercicio de algunos derechos. En medio de este caos y de la extrema gravedad de la situación, las primeras y más urgentes necesidades son atendidas por los párrocos, mientras desde el Episcopado se intenta mediar entre guerrillas y la Iglesia ha movilizado recursos para los desplazados.
La violencia que se ha precipitado en pocas horas no es nueva. Desde mediados de noviembre circulaban alertas sobre grupos armados ilegales que amenazaban la calma. La propia Iglesia redobló esfuerzos desde diciembre para frenar un estallido que no se ha podido evitar, pero sí se puede detener. Seguir pidiendo paz, perdón y reconciliación no es un brindis al sol, como tampoco lo es convocar una Jornada de Oración. El objetivo es seguir ayudando a los desplazados, intervenir para frenar la escalada de violencia y trabajar para que cesen las hostilidades y se respete el Derecho Internacional Humanitario.