Defender nuestra democracia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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No es verdad que todos los políticos sean iguales. No es verdad que todos los cargos electos desprecien el valor y el sentido último de la representación, o que todos menosprecien la naturaleza de las instituciones políticas. Sin embargo, políticos como Gabriel Rufián y otros, con comportamientos idénticos o similares, consiguen socializar sus conductas hasta el punto de que la opinión pública acaba por identificar el todo con la parte.
Los hechos que tuvieron lugar ayer en el Congreso van más allá de la grosería y de la mala educación. Constituyen un elemento más dentro de una estrategia que busca deslegitimar las instituciones políticas del Estado de Derecho en España. El tono insultante y amenazador de las intervenciones parlamentarias, la falta de decoro en las formas, la falta de cuidado en la estética y los enfrentamientos constantes que buscan el cuerpo a cuerpo con la presidencia de la Cámara son tácticas de desgaste y provocación.
Los medios de comunicación, los jefes de prensa de los grupos parlamentarios, los diputados y senadores, la presidencia y las mesas de ambas Cámaras y, cómo no, el Gobierno, necesitan hacer examen de conciencia. No se puede banalizar lo que lleva tiempo aconteciendo, ni se puede actuar con ingenuidad. Fuera de las instituciones está el vacío y es este vacío el que diputados como el que ayer fue expulsado de la Cámara pretenden ocupar. A los demócratas corresponde proteger nuestra democracia y hacerlo con convicción y firmeza.