Ecuador no se recompone
El despliegue militar se ordenó para hacerle frente, pero no para usar la fuerza de manera ilegítima contra la ciudadanía y mucho menos contra niños indefensos.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El día 8 de diciembre, en Guayaquil, desaparecieron cuatro niños de entre 11 y 15 años. Sus cuerpos calcinados se localizaron el día de Nochebuena cerca de una base militar a la que pertenecen 16 militares relacionados con su desaparición. Ecuador vive en estado de “conflicto armado interno” a causa del narco y del crimen organizado.
Por esta razón se ha dispuesto que el Ejército pueda cumplir funciones policiales. El despliegue militar se ordenó para hacerle frente, pero no para usar la fuerza de manera ilegítima contra la ciudadanía y mucho menos contra niños indefensos.
Daniel Noboa, el presidente de Ecuador, tendrá que hacer frente a la más que justificada indignación popular causada por el asesinato de cuatro niños, en un contexto extremadamente complejo. Tras un año en el poder, el presidente no ha conseguido pacificar casi nada.
Ni las medidas excepcionales en materia de seguridad ponen orden, ni ha sido capaz de evitar conflictos institucionales. Envió a su vicepresidenta, con quien nunca mantuvo buenas relaciones, a ocupar cargos diplomáticos en Israel y Turquía.
A dos meses de las elecciones, una sentencia judicial establece que Verónica Abad debe regresar a la vicepresidencia y, por razón del cargo, sustituir al presidente para que este concurra a las elecciones. El correísmo fragmentó la vida política, el asesinato del candidato Villavicencio rompió los frágiles lazos que sostenían al Gobierno y la inestabilidad institucional no hizo más que aumentar.
El ambiente es propicio para que Ecuador se deslice por sendas autoritarias. Este es el presente de un país dolorosamente dañado por el narco y el crimen organizado que no puede enfrentarse en solitario a esta terrible amenaza.