El embajador que se limitó a cumplir con su deber

En Washington, el Presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, incumplió las mínimas normas de cortesía al abandonar un acto como muestra de rechazo a las palabras pronunciadas por el embajador de España, Pedro Morenés. Torra aprovechó el viaje a Washington para denunciar al Estado español por mantener en la cárcel a presos políticos y haber forzado el exilio de Puigdemont. Morenés, representante del Estado español como también lo es un Presidente de Comunidad Autónoma, cumplió con su deber: explicar cuál es la situación política en España, demostrar que los estándares internacionales de calidad democrática de España son incuestionables y aclarar cuál es el marco político territorial en el que se mueve el Estado español.

Las razones, sin embargo, carecen de interés para Torra y su delegación. Conscientes de que sus quimeras han fracasado recurren a acciones efectistas para seguir ocupando espacio en la plaza pública. Es una vieja táctica con la que pretenden mantenerse en una situación de interinidad de la que creen salir beneficiados. El bloque secesionista está llevando a Cataluña y su autogobierno a mediados de los setenta del siglo pasado. El embajador de España hizo lo que debía. El problema sería que las autoridades españolas pensaran que sólo por ignorar las insolencias de Torra, este va a acabar asumiendo la legalidad.