J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL
Firmeza, aplomo y dignidad
La sesión vivida ayer en el Parlamento de Cataluña tenía hoy su correlato institucional en la respuesta del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Rajoy y su Gobierno han procedido por adaptación y lejos de aplicar una política de defensa preventiva han optado por dejar que el orden institucional fuese respondiendo. Frente a la voluntad impuesta de los grupos secesionistas que necesitan alterar el orden de garantías para actuar, el Gobierno actúa de acuerdo a lo constitucionalmente previsto. Por eso Rajoy ha esperado a que el Consejo de Estado se pronunciase y no ha hablado antes de oír al Consejo de Ministros. Estos son el aplomo y la proporcionalidad que tanto exaspera al soberanismo y desespera a quienes demandan medidas de excepcionalidad.Los independentistas quieren hacernos creer que sus ideas han sido objeto de persecución y que no hay más salida que una guerra de trincheras en la que el enemigo es Madrid y el Gobierno del PP. Lo que en realidad está en juego es la esencia de la democracia representativa, el imperio de la ley, la seguridad jurídica y los contrapesos institucionales. Por eso ningún español debería rendirse ante el desafío o dejarse vencer por la incertidumbre. Es verdad que la situación es grave, pero los servicios jurídicos del Parlament han actuado y han resistido. Y como ellos, los primeros en actuar, lo irán haciendo de manera proporcional y progresiva el resto de instancias implicadas en la resolución de este conflicto. La Generalitat debería tomar nota y evitar el precipicio. Seguir hacia adelante supone, necesariamente, exponer a la ciudadanía al desastre, de manera muy especial a la ciudadanía catalana.
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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