Deja su pueblo de A Coruña para irse a Estados Unidos y 55 años después se encuentra un problema: "No quiere"

Manuela Martínez es una emigrante gallega en Nueva Jersey, donde vive con su marido, pero le confiesa a Carlos Moreno 'El Pulpo' su intención de volver que no puede llevar a cabo

España, Galicia. Iglesia de Carnota
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Poniendo las Calles

Carlos Moreno 'El Pulpo' cruza el océano para hablar con Manuela Martínez, que lleva 55 años viviendo en New Jersey

José Manuel Nieto

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4 min lectura

Manuela Martínez llegó a Estados Unidos siendo apenas una niña de cuatro años, junto a sus padres que, como muchos otros emigrantes españoles, dejando el pueblo de Carnota. Se mudaron a Nueva Jersey con la esperanza de mejorar su futuro y terminar la casa que habían comenzado a construir en su Galicia natal. Lo que comenzó como una estadía temporal para “terminar la casa” en España, se transformó en una vida de 55 años en el corazón de un país lejano, lejos de su tierra, pero lleno de recuerdos y conexiones con su familia española.

Cuando Manuela llegó a Nueva Jersey, sus padres formaban parte de una de las comunidades españolas más grandes de la zona. En aquellos primeros años, las calles de Bayonne estaban llenas de familias gallegas y de otros rincones de España que, como ellos, buscaban oportunidades laborales y un futuro mejor. 

Desde entonces, Manuela vivió la dualidad de pertenecer a dos mundos: el de la Galicia de sus padres y el de la vida estadounidense. Criada en un hogar donde la cultura gallega era predominante, Manuela adoptó la vida americana, pero nunca dejó de lado sus raíces. Aunque su vida diaria era la de una familia americana promedio —trabajando en talleres, cuidando alquileres, y realizando una rutina sencilla y muy centrada en la familia— sus corazones seguían siendo gallegos.

Vista aérea del puerto de Newark en Bayonne

Alamy Stock Photo

Vista aérea del puerto de Newark en Bayonne

Con los años, Manuela formó su propia familia. Se casó con otro gallego, con quien compartió su vida en Estados Unidos. Juntos tuvieron tres hijos, a quienes, como era tradición en su familia, llevaban cada verano a Galicia para que pudieran vivir la experiencia de la tierra de sus abuelos. 

Deja su pueblo de A Coruña

Sin embargo, a pesar de la vida establecida y los muchos recuerdos compartidos en ambos lados del océano, Manuela nunca dejó de soñar con regresar a su tierra. Después de 55 años, ella sentía que había cumplido con su misión en Estados Unidos, y su deseo de volver a España crecía día a día.

En una emotiva conversación con Carlos Moreno, 'El Pulpo', en Poniendo las Calles, Manuela reveló un dilema profundo que llevaba años tratando de resolver: su deseo de regresar a Galicia, pero la negativa de su marido de abandonar su vida en Nueva Jersey.

A pesar de sus años de esfuerzo y sacrificio en tierras americanas, su esposo, que llegó a los Estados Unidos siendo ya adulto, no compartía el mismo anhelo de regresar. La conversación reflejaba el amor y el respeto mutuo entre ambos, pero también la dificultad de encontrar un acuerdo. Manuela, que se fue de Galicia a los cinco años con la esperanza de regresar pronto, luchaba con el hecho de que su marido no veía la vida en España como una opción viable.

Vista aérea del puente Bayonne sobre el río Kill Van Kull, que conecta Nueva Jersey con Staten Island, Nueva York

Alamy Stock Photo

Vista aérea del puente Bayonne sobre el río Kill Van Kull, que conecta Nueva Jersey con Staten Island, Nueva York

Este conflicto ha sido una constante en su vida, y a pesar de que el acuerdo de regresar a España sigue siendo un tema recurrente, Manuela y su marido siguen viviendo en un equilibrio que, si bien no les da la respuesta final, les permite seguir adelante. La distancia de su tierra natal, aunque sentida profundamente, nunca ha impedido que Manuela mantenga viva la conexión con su cultura, su familia y sus recuerdos.

55 años después se encuentra un problema

La historia de Manuela es la de muchos emigrantes que llegaron a Estados Unidos buscando una vida mejor, pero que, con el paso de los años, se encontraron con una vida que no esperaban, llena de amor, trabajo, sacrificios, y, sobre todo, preguntas sobre la identidad y la pertenencia. Su historia refleja la eterna lucha entre dos mundos: uno en el que nacen nuestras raíces, y otro en el que construimos nuestra vida.

El deseo de regresar a casa, como el de Manuela, no es solo un deseo de cambiar de lugar; es un anhelo profundo de reencontrarse con las raíces, con el pasado, con una parte de uno mismo que a veces se pierde en el devenir de los años. Pero en el caso de Manuela, esa posibilidad se enfrenta a un obstáculo emocional y pragmático que, aunque difícil de resolver, forma parte de la vida del emigrante: la decisión de seguir adelante con las raíces en dos tierras, y la lucha por encontrar un equilibrio que les permita seguir siendo fieles a sí mismos y a los que aman.

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