Nada será tan sencillo en Alemania

El domingo las cancillerías europeas y las instituciones de la UE respiraron más o menos tranquilas. La CDU de Angela Merkel ganó las elecciones, como se esperaba. Es verdad que la extrema derecha había pasado la barrera electoral y estará en el Bundestag, pero el apoyo ciudadano a los partidos tradicionales está consolidado. El SPD se convertirá en oposición, evitando que la extrema derecha se constituya en referente de la misma, mientras que liberales y verdes son invitados a negociar un gobierno de coalición con los democristianos.

A día de hoy nada es tan sencillo, a pesar de la lealtad institucional de las fuerzas políticas alemanas. Angela Merkel deberá trabajar para formar un gobierno de fuerzas opuestas en muchas cuestiones: deberá templar las exigencias de los socialcristianos bávaros de la CSU y mediar entre liberales y verdes.

Tras la Gran Coalición, muestra de virtud política, Alemania se prepara para una nueva modalidad de coalición. Está claro que la vida política alemana lleva tiempo dando muestras de flexibilidad. Se abre un tiempo nuevo para Alemania y también para Europa, y es imprescindible que en esta nueva etapa, todos se tomen muy en serio las llamadas de atención que la ciudadanía envía. Merkel y Macron, el holandés Rutte y el austríaco Van der Belle han salvado los muebles, pero la extrema derecha y la extrema izquierda llaman a la puerta porque una parte de la sociedad les apoya. Neutralizar las razones que llevan a los europeos a votarles es una de las tareas más importantes de Merkel y la UE.