El Papa y Venezuela

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con demasiada frecuencia se escuchan los últimos días voces que acusan al Papa Francisco de mantener una posición equidistante ante la crisis de Venezuela. En muchas ocasiones estas críticas se basan en prejuicios ideológicos o en la ignorancia de lo que significa el ministerio del Papa y su relación con los obispos de un determinado país.

Algunos parecen negar u olvidar lo evidente: que la Iglesia ha estado en primera línea en defensa de la libertad, arriesgando su propia seguridad y proporcionando esperanza y estabilidad, aparte de ayuda básica de alimentación, medicinas, etc…, a través de Cáritas.

Francisco ha insistido repetidamente en que él dice lo mismo que los obispos venezolanos, que hace pocos días dejaron claro en una declaración colectiva que el gobierno de Maduro es ilegítimo y que Guaidó representa una puerta abierta a la esperanza. Naturalmente, el Papa no puede pronunciarse con el mismo tono que los obispos del país, no es esa su misión. Pero sí ha pedido algo que hace falta estar muy ciego, o ebrio de ideología, para no desear: una solución justa y pacífica, que respete los derechos humanos y evite el derramamiento de sangre.

La ayuda más importante que puede prestar el Papa es la de sembrar el camino de la reconciliación, que será la clave del futuro para una nación hoy aniquilada.

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