La prioridad es la ayuda

Este fin de semana va a continuar la riada de solidaridad que se ha producido desde que hace más de diez días la DANA provocara devastación y muerte. Esta reacción de muchas personas que dedican su tiempo y su dinero a ayudar a los que sufren es un motivo de orgullo. La compasión, padecer con los otros, nos hace más humanos.

Los pueblos afectados necesitan que las ayudas económicas prometidas por el Gobierno lleguen cuanto antes. Es necesario que las empresas pueden reiniciar cuanto antes su actividad. Estamos ante una carrera contra reloj. El COVID nos enseñó que cada día cuenta. Un negocio con la persiana cerrada es un negocio que pierde viabilidad. Los economistas subrayan que las ayudas directas son las más eficaces. Los créditos con bajo interés y las rebajas fiscales son importantes, pero menos urgentes.

Pero estas ayudas de la Administración nunca dejarán en segundo plano el protagonismo ya acreditado de la sociedad civil en este tipo de emergencias. Cuanto más grande es la generosidad social más difícil se hace escuchar a la clase política acusándose mutuamente de no haber asumido las responsabilidades a tiempo. 

Todavía hay desaparecidos sin encontrar, todavía es necesario resolver la situación de emergencia en pueblos como Paiporta, Chiva, Catarroja y Massanassa. Por eso es bochornoso que se dediquen energías a crear con urgencia un estado de opinión sobre quién es culpable de qué. Empiezan a aparecer datos esclarecedores. Pero ya habrá tiempo de saber qué se hizo bien y qué se hizo mal. Ahora hay que concentrarse en ayudar a las personas.