El Procés, del drama al esperpento

Cada vez que los ciudadanos creen que ya lo han visto todo en la crisis catalana, los promotores del proceso soberanista se sacan de la manga alguna sorpresa que acentúa la sensación generalizada de despropósito. Ayer fue un día de auténtico esperpento, con anuncios y anulaciones de convocatorias de declaraciones institucionales a cargo del presidente Puigdemont, mientras la CUP arengaba a sus huestes a tomar las sedes de sus teóricos aliados de Esquerra y del PDeCAT, y el vicepresidente Junqueras amenazaba con romper la colación de gobierno catalán si había elecciones anticipadas. Al final habló a las cinco de la tarde Puigdemont para no decir gran cosa, más que dejar el terreno preparado para una declaración unilateral de independencia, si es que en estas horas previas no se consuma la ruptura interna definitiva en la antigua CiU.

En estas horas es imprescindible que los partidos constitucionalistas no se dejen enredar en las trampas del independentismo y mantengan con firmeza su unidad en torno al Gobierno de la nación para restaurar la legalidad, que debe proteger, en primer lugar, a todos los catalanes, frente a la locura y la arbitrariedad que se están imponiendo.