Trump y la economía de casino
Los primeros días de Trump en la Casa Blanca están siendo, como poco, extravagantes
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los primeros días de Trump en la Casa Blanca están siendo, como poco, extravagantes. Trump ha insinuado que Estados Unidos va a recuperar el Canal de Panamá, sugerido que Groendlandia, territorio autónomo bajo administración danesa, pueda pasar al dominio estadounidense, desafiado a Canadá insinuando su anexión a Estados Unidos, alquilado cárceles al Salvador de Bukele y, en las últimas horas, ha sorprendido con el anuncio de que Estados Unidos se hará presente en Gaza, no como mediador internacional, sino como promotor turístico.
Las declaraciones de Trump sobre Gaza son una escandalosa banalización del trauma que tanto israelíes como palestinos arrastran. Trump pretende trasladar a la vida política internacional lo que se conoce como economía de casino. Pretende que el enriquecimiento voraz se convierta en la dinámica de la política estadounidense en sus relaciones con el mundo. De momento, se ha limitado a lanzar avisos a quienes poseen algo que a él le interesa, les desafía y, para noquearles, sube la apuesta. Le ha funcionado con México y Colombia. El Gobierno danés ya ha dicho que colaborará más estrechamente con Estados Unidos. Referirse al pueblo palestino que vive en Gaza como un inquilino incómodo que impide el desarrollo urbanístico de la zona es algo más que irresponsable. Pero Trump, probablemente, ya ha conseguido lo que quería. Hamás ha sacado su artillería, Arabia Saudí ha amenazado con no avanzar en el reconocimiento de Israel, China, la única que actúa como contrapoder, se opone. Trump ha dinamizado un juego que conoce bien, desde que dueño de grandes casinos.