Un anuncio que el mundo espera
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 1 de abril
Madrid - Publicado el
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Cuando llega la Pascua, los cristianos proclaman con alegría y esperanza que Cristo ha resucitado. Desde hace más de un siglo, sin embargo, como ha escrito en la Tercera de ABC el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, aparece también en nuestro mundo el grito de que “Dios ha muerto”. Muchos de nuestros contemporáneos han quedado tocados por ese grito y, en todo caso, nos son pocos los que viven como si Dios no existiera. Debemos reconocer que esa situación se ha visto favorecida por aquellos cristianos que, aun cantando el aleluya pascual, no muestran que su vida está acompañada y sostenida por el Resucitado. En el fondo, dice monseñor Argüello, “si no hay Dios, el poder y la nada, con diversos ropajes, quieren tomar su sitio”.
En este contexto histórico, los cristianos seguimos proclamando, aunque sea con torpeza, “que Dios existe y ha venido a nosotros en la carne y en la historia”. ·Eso significa que tenemos un Padre y, por tanto, somos hijos y hermanos; que tiene sentido poner alma, vida y corazón en cada tramo del camino y, al mismo tiempo, relativizar nuestros éxitos y fracasos, porque ésta no es nuestra morada definitiva; que se puede superar la dialéctica de los contrarios, buscar el encuentro y la fecundidad de la diferencia.
Por eso, especialmente en estos días de Pascua, los cristianos no dejamos de cantar con nuestras manos y con nuestros labios el aleluya; no podemos dejar de anunciar la verdad de que Cristo ha resucitado y que se presenta ante nosotros como el Amor con mayúscula, insólito y transfigurador. Ese es nuestro mejor servicio al mundo al que estamos llamados a servir.