Madrid - Publicado el - Actualizado
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Una vez concluida la ronda de consultas, el Rey Felipe VI ha propuesto a Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno. Era la única opción viable. Sánchez guarda un silencio calculado sobre sus apoyos porque algunas dependencias son costosas y porque aún no están cerrados los pactos en los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
Como dijo Pedro Sánchez en tono altivo, el principio que no se discute es que “el partido socialista va a gobernar sí o sí”. La cuestión es con qué apoyos y a cambio de qué. Pablo Iglesias insiste en la necesidad de un gobierno de coalición con Podemos, pero no está en condiciones de exigir y, con toda seguridad, Sánchez contará de una u otra forma con su aval. Ni el PP ni Ciudadanos van a facilitar la investidura, lo que les corresponde es una oposición rigurosa y responsable. La clave está en que los diputados presos de Junts per Catalunya no van a renunciar al acta pese a estar en la cárcel a la espera de sentencia, con lo que Sánchez podría disponer del apoyo de los independentistas, un apoyo cuyas contrapartidas deberían ser transparentes. De esa forma, Sánchez podrá ser investido con los añadidos votos favorables de PNV, Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria. Otra posibilidad es la abstención de los diputados de Navarra Suma, que a cambio gobernarían en la Comunidad Foral. En cualquier caso, Sánchez no va a tener fácil una gobernación que dependerá de Podemos y los nacionalistas. Sería importante que, a la hora de las grandes políticas de Estado, se recuperase el consenso entre PSOE, PP y Ciudadanos.