Madrid - Publicado el - Actualizado
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El peronismo vuelve a la Casa Rosada en Buenos Aires. Alberto Fernández toma posesión y su llegada al poder plantea muchos interrogantes, porque ha sido un candidato completamente construido por Cristina Kirchner y está apoyado por el poderoso sector tradicional del peronismo: los sindicalistas, los gobernadores del interior del país y un sector del empresariado industrial. Cristina ocupará el cargo formal de la vicepresidencia y controlará la provincia de Buenos Aires, el potente grupo ideológico llamado La Cámpora y la mayor parte de los líderes de los llamados "movimientos sociales", que pueden movilizar en pocas horas a miles de personas. Estamos ante dos presidencias en una.
Vamos a ser testigos una vez más de un fuerte choque entre las dos tendencias antagonistas que siempre terminan enfrentándose en el seno del peronismo. Este equilibrio de fuerzas le quita a los Kirchner posibilidades de llevar adelante un gobierno de corte tan autoritario como el que desarrollaron en sus presidencias anteriores.
Fernández seguramente negocie con el FMI, presentando un programa económico razonable, otra cosa será lo que Cristina le deje hacer. No existe otra salida para Argentina que aplicar un programa completo de reforma del Estado, de reformas estructurales, fiscales y laborales, y una política de desarrollo industrial, social y regional. Todo esto aderezado con estrategia de apertura inteligente al mundo. Pero es dudoso que el presidente electo lo pueda llevar a cabo.