Madrid - Publicado el - Actualizado
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El domingo se celebran elecciones autonómicas en Galicia y los ánimos están encendidos. El PP busca revalidar la mayoría absoluta que el PSOE desea que este pierda a cualquier precio. Es inevitable que estos comicios se vivan en Ferraz y en Génova como una contienda en clave nacional. Con una Ley de amnistía en ciernes y un PSOE entregado al nacionalismo periférico, lo que Moncloa espera es que su estrategia se vea revalidada por el electorado gallego frente a las tesis de un PP que enarbola la defensa del modelo constitucional frente a la vaporosa solución confederal a la que se encamina el sanchismo.
Así las cosas, Alfonso Rueda va a las elecciones con los deberes cumplidos, unos presupuestos aprobados y la gestión de la que hace gala el Partido Popular en Galicia. El PSOE, por su parte, se contenta con ser el tercero en una contienda en la que es posible que SUMAR, el partido de la gallega Yolanda Díaz, quede fuera del Parlamento. No parece que el Gobierno esté excesivamente preocupado por eso. Sánchez da por descontado que él necesita que el bloque que conforman sus socios le apoye. Lo demás, no le preocupa excesivamente. Por su parte, el PP sabe que sólo puede gobernar si dispone de una exigente mayoría absoluta.
Evidentemente, está en juego la gobernación de Galicia, sus servicios públicos, la relación entre sociedad y administración, la paz lingüística y el estímulo a las empresas. Pero también se pone a prueba el peligroso camino de Sánchez en esta legislatura. La victoria de otra mayoría Frankenstein en Galicia fortalecería su proyecto, y haría parecer que es inmune a la crítica transversal que ha recibido en estos meses.