Línea editorial COPE: Tomar el testigo de Navalni
Ya puedes leer y escuchar la línea editorial COPE de la mañana de este martes 20 de febrero de 2024
Madrid - Publicado el
1 min lectura
Los ministros de Exteriores de la UE dispensaron ayer merecidos honores a la viuda de Alekséi Navalni, cuya muerte cabe considerar a todos los efectos como un asesinato a manos del régimen de Putin. Pero una cosa son las palabras y otra, los hechos, todavía muy alejados de lo que cabría esperar de los Veintisiete. Navalny era mucho más que un líder opositor. Representaba el tipo de actitud que se necesita para hacer frente a un régimen autocrático como el instalado en Rusia. Su misma existencia significaba una afronta intolerable para Putin, incapaz de soportar que alguien desenmascare las miserias y la enquistada corrupción de su régimen en vídeos que siguen recibiendo millones de visualizaciones. Mayor desafío aún fue su atrevimiento a plantar cara al régimen mediante la siempre subversiva técnica del humor y la resistencia no violenta.
La máxima de Navalni era que todo lo que se necesita para hacer caer a Putin es perderle el miedo. No es fácil; a él, y a muchos otros les ha costado la libertad y la vida. Pero ese miedo es el verdadero pilar del poder del Kremlin. Lo que no puede decirse, en cambio, es que Putin haya mentido. Ya en 2007, en la Conferencia de Múnich, dijo a las claras que su estrategia se basa en la disposición a utilizar toda la fuerza a su alcance, que sigue siendo considerable. Esto impide ver debilidades como la que quedó expuesta con la insurrección del líder de Wagner del pasado verano, o con la expansión del descontento popular. Navalny mostró que Putin no es tan fuerte como pretende hacer creer. Pero esto requiere coraje. Coraje que a menudo brilla por su ausencia en Europa.