Línea Editorial COPE: En la vejez no me abandones

“No dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias”. Este es el apremio que dirige el Papa en la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que la Iglesia celebra este domingo, el más próximo a san Joaquín y santa Ana, abuelos de Jesús. En algunos países, las guerras o la necesidad de migrar separan a las distintas generaciones de cada familia.

En las sociedades más ricas, el imperio del Estado y del mercado fomenta una cultura individualista que hace que, a menudo, sean los propios mayores quienes se hacen a un lado para no estorbar. La soledad y el abandono se perfilan, en uno y otro caso, como una condena inevitable a la soledad. Esto es justamente lo que el Papa anima a rechazar.

El título de su mensaje, “En la vejez no me abandones”, está tomado de un salmo, y su reflexión se apoya en la historia de la extranjera Rut, que, en contra de la costumbre, se negó a dejar sola a su suegra, Noemí. La valentía de Rut sigue ofreciendo un testimonio de humanidad que resuena cuando, en contextos mucho menos duros, hijos y nietos asumen que abandonar a sus mayores es ley de vida.

Un prejuicio que va acompañado de lo que Francisco denomina “una manipulación inaceptable”, consistente en contraponer a las distintas generaciones, obligadas a competir por los recursos existentes. Envejecer, recuerda el Papa, se presenta en la Biblia como signo de bendición. Esta es la visión realmente humanizadora, en la que las piedras viejas no son descartadas, sino que se reconoce en ellas la base sobre la que debe construirse todo el edificio social.