Línea Editorial: Los odios se desatan en la República Centroafricana
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Desde que hace más de cuatro años, la pequeña República Centroafricana, uno de los países más pobres del vecino continente, es víctima de un interminable enfrentamiento de confuso componente religioso, que ya obligó a la ONU a enviar más de doce mil “cascos azules” en una misión de paz que aún está lejos de dar resultados. El origen inmediato de esta escalada de violencia es el activismo de las milicias musulmanas Seleka, que ya propició un golpe de Estado en 2013, y los numerosos grupos de autodefensa formados por la población civil, de mayoría cristiana, los llamados anti-balaka o anti-machetes. En el curso de los años, en los que han muerto milesde personas, los choques de los dos bandos se han convertido en una escalada de odios tribales en la que predomina la persecución que sufre la minoría musulmana.
Días atrás se registró el asalto a un centro misionero y de Cruz Roja en la región de Bengasu, donde fueron asesinadas cincuenta personas. En declaraciones a Herrera en COPE, el obispo misionero de esta provincia, monseñor Juan José Aguirre, que desde hace tres meses da refugio en su iglesia a dos mil musulmanes perseguidos por los anti-balaka, ha denunciado el continuo suministro de armas procedentes de los países del Golfo Pérsico así como la aparición de grupos radicales que alimentan la guerra y el odio. Monseñor Aguirre ya fue noticia el pasado mes de mayo al formar un escudo humano a la puerta de la mezquita de Bengasu para defender a los musulmanes allí refugiados, enfrentándose a pecho descubierto a los grupos que los perseguían. El responsable de la misión de paz de la ONU ha reclamado, sin resultado, el envío de más tropas y policías ante el temor de que se esté produciendo ya, en el interior del país, un auténtico genocidio. No parece, sin embargo, que la pequeña república centroafricana esté en primer plano de las preocupaciones de la comunidad internacional.